El mal comienzo de Yaku Pérez

Carlos Jijón

Guayaquil, Ecuador

Leo la hipótesis, en algunos chats de Whatsapp, que si al final del conteo en el Consejo Nacional Electoral resulta que Guillermo Lasso tiene los votos suficientes para entrar en segunda vuelta para competir con el aspirante del correísmo, Andrés Arauz, se podría correr el peligro de que los seguidores de Yaku Pérez, y militantes de Pachakutik, incendien Quito, como han hecho en el pasado reciente, en protesta por lo que consideran la comisión de un fraude, siguiendo las incendiarias proclamas de los dirigentes de ese partido, entre ellas la cónyuge del candidato, la doctora Manuela Picq.

Incluso he escuchado la tontería (permítaseme la expresión) de que ante tal peligro de violencia, hasta sería responsable que el CNE proclame nomás que Yaku Pérez ha llegado a segunda vuelta, sin importar si la ha ganado o no, porque, arguyen tiene más posibilidades de derrotar al correísmo que el candidato Lasso. Lo ha tuiteado de alguna forma la señora Picq,  que ha pedido a Lasso que «reconozca su derrota», antes de que termine el conteo del CNE, y le exige que cumpla su palabra de apoyar a su  marido.

No ha sido ajeno a esta estrategia el mismo candidato, que la noche del domingo 7 de febrero, horas después de cerradas las urnas, denunció rodeado de unas cincuenta numerosas personas, en la mitad de la calle, que hackers desde los Estados Unidos y desde China, habían intentado vulnerar los sistemas informáticos del Consejo Nacional Electoral, para hacer un fraude en su contra. No exhibió ninguna prueba. Ni siquiera estoy seguro de que haya presentado formalmente la denuncia. Solo la lanzó al viento, ante las cámaras de televisión, como si la palabra de un hombre que parece aspirar seriamente a la Presidencia de la República del Ecuador, pudiera difundirse sin ninguna responsabilidad.

No fue todo. Pocas horas después, en un ambiente de frenetismo, denunció a los  medios de comunicación sobre una supuesta reunión (seguramente virtual) entre el expresidente Rafael Correa (que como todos sabemos se encuentra prófugo en Bélgica), el líder socialcristiano Jaime Nebot, y nada menos que el candidato Guillermo Lasso, para complotar un fraude electoral en su contra, que ese momento, según el conteo rápido del CNE, con el 90% de las mesas escrutadas, llevaba dos décimas de ventaja sobre Lasso.

Tampoco exhibió ninguna prueba. Ningún indicio. Ningún testigo. Basta con su palabra. Al mejor estilo de Donald Trump (que hace meses se negaba a aceptar su derrota, fabricando teorías conspiratorias que lanzaba alegremente por Twitter, inflamando  a sus seguidores con proclamas violentas, que terminaron con el asalto al Capitolio y cinco muertos), el candidato de Pachakutik, y su cónyuge, mencionan la palabra fraude en las redes sociales, con una irresponsabilidad impropia de quienes aspiran a conducir el Estado.

Yo estoy consciente de la necesidad de la nación de que las fuerzas políticas que en el pasado se enfrentaron al correísmo, se unan ahora para derrotarlo. Por eso me parece imprudente que Yaku Pérez siga refiriéndose de Lasso como “el banquero” y acusándolo de cometer un delito deshonroso, y que la señora Picq, tuitee que “no puede manejar los votos como los intereses de su banco”. Esa no es manera de tratar a un eventual aliado. Y menos a alguien que hace pocas semanas, de manera pública, se había comprometido a apoyarlo si llegaba a segunda vuelta.

Pero lo más importante de todo, es que es totalmente inaudito que un hombre que aspira ser Presidente pueda sostener públicamente una falsedad sin ninguna prueba, y contra toda evidencia. ¿Se imaginan a ese hombre como Presidente de la República? ¿No sería exactamente igual a Rafael Correa, el gobernante cuyo estilo queremos sepultar? ¿Cuál es la lógica de que una sociedad delibere si aceptar que un hombre que no ha ganado el derecho a participar en segunda vuelta, participe nomás, bajo el temor, de la violencia que pudiera desatarse si no se cede a ese chantaje?

Y por último, ¿cuál es la lógica para que apoyemos a un hombre de quien tememos que desde el poder pudiera organizar, o respaldar, una manifestación violenta si otra instituciones del Estado, en el cumplimiento de su papel de peso y contrapeso del poder, se opone a sus designios como primer mandatario. Yaku Pérez debe demostrarnos que podemos confiar en él, no solo como probable candidato en segunda vuelta, sino como político de proyección nacional y verdadero protagonista de la Historia. Hasta el  momento, los primeros pasos que ha dado no son suficientes para incentivar esa confianza. Y deben encender la alerta.

Quito, 7 de febrero 2021. Yaku Pérez y su mujer, Manuela Picqmda declaraciones a la prensa, frente al Swissotel. APIFOTO / HAMILTON LOPEZ

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