¿Hasta cuándo, padre Tuárez?

Alberto Molina

Alberto Molina
Quito, Ecuador

El título de este artículo hace alusión a una antigua leyenda de la tradición quiteña que me permito transcribirla:

“Hace algunos siglos vivía en Quito un sacerdote joven, el padre Almeida, el mismo que se caracterizaba por su afición a las juergas y al aguardiente.

Todas las noches, él iba hacia una pequeña ventana que daba a la calle, pero como esta era muy alta, se subía hasta ella, apoyándose en la escultura de un Cristo yaciente. Hasta que una vez, el Cristo ya cansado de tantos abusos, cada noche le preguntaba al juerguista: ¿Hasta cuándo padre Almeida? A lo que él respondía: “Hasta la vuelta, Señor”.

Una vez alcanzada la calle, el joven sacerdote daba rienda suelta a su ánimo festivo y tomaba hasta embriagarse. Al amanecer regresaba al convento. Tanto le gustaba la juerga, que sus planes eran seguir con este ritmo de vida eternamente, pero el destino le jugó una broma pesada que le hizo cambiar definitivamente.

Una madrugada el padre Almeida regresaba borracho, tambaleándose por las empedradas calles quiteñas, rumbo al convento de San Diego, cuando de pronto vio que se aproximaba un cortejo fúnebre. Le pareció muy extraño este tipo de procesión a esa hora, y como era curioso, decidió ver el interior del ataúd, y al acercarse vio su propio cuerpo dentro del mismo.

Del susto se le quitó la borrachera, corrió desesperadamente hacia el convento, del que nunca volvió a escaparse para irse de juerga.

Ahora la presencia de otro cura, que no es de ninguna leyenda, se ha convertido en suerte de vedette del quehacer político de nuestro país, llámese Barataria.

José Carlos Tuárez, es el ciudadano manabita que postuló para ser candidato al Consejo de Participación Ciudadana y Control Social (CPCCS). Como todos los postulantes presentó la documentación exigida para ese propósito. Su candidatura fue auspiciada por la Asociación de Administradores de la Junta de Agua San Gabriel de Rio Chico, Portoviejo, provincia de Manabí.

Entre las prohibiciones de los postulantes, debían demostrar que no eran afiliados, adherentes o dirigentes de partidos o movimientos políticos, durante los últimos cinco años; igualmente, no ser miembro de las Fuerzas Armadas y de la Policía Nacional en servicio activo o representante de cultos religiosos. Una de las exigencias importantes, era que el postulante debía realizar una declaración juramentada en la cual se establecía que no incurría en las prohibiciones constitucionales y legales establecidas en el instructivo emitido por el Consejo Nacional Electoral Transitorio (CNE-T).

El ciudadano Tuáez presentó una copia de su cedula, expedida el 27/11/2014, en donde aparece su fotografía con corbata y en el espacio profesión/ocupación, dice: “Diploma superior”, sin que señale ni profesión, peor ocupación.

Tuárez, constaba en los registros del CNE como afiliado al Partido Socialista, desde el 25 de marzo de 2012 hasta el 9 de agosto de 2018; por este motivo el Pleno del CNE negó su postulación. Con fecha 9 de agosto de 2018, solicita su desafiliación, pero seguía su inhabilitación; percatado de ese “detalle”, el 18 de septiembre, al mes 9 días de haber presentado su desafiliación, Tuárez denuncia a la Fiscalía que no era afiliado al ningún partido y que su firma había sido falsificada. Ante esta circunstancia la Dirección Nacional de Asesoría Jurídica del CNE, aplicó el principio jurídico del in dubio y recomendó su calificación. Esta recomendación “indujo al error” en la decisión del Pleno del CNE-T de calificarle como candidato. Tuárez aparecería que cometió un perjurio, porque al entregar la documentación, hizo una declaración juramentada que toda la documentación era verdadera y no incurría en ninguna prohibición.

Ahora se conoce que el Padre José Carlos Tuárez, pertenece a la Orden de los Dominicos. Su superior declaró: “El padre José Carlos (Tuárez) ha vendido el alma al diablo”, esta declaración me releva de seguir escribiendo sobre las “endiabladas” acciones de Tuárez que reflejan la descomposición moral, ética y social del país.

En este trajinar frenético que se encuentra este religioso devenido en político, de la más baja ralea, con seguridad, más temprano que tarde, le va a pasar lo mismo que al “padre Almeida” de la leyenda.

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