Intenso frío acompaña a angustiados venezolanos por carreteras de Ecuador

REFERENCIA | Cientos de emigrantes venezolanos que se hallaban a la intemperie son trasladados a refugios temporales el martes 14 de agosto del 2018, en la parte norte de Quito (Ecuador), hasta que logren reunir los 15 dólares necesarios para seguir viaje a Perú, una opción que persiguen el 80 por ciento de ellos. EFE/José Jácome

Un intenso frío acompaña en la carretera a decenas de venezolanos que desafiaron la disposición ecuatoriana de presentar pasaporte para ingresar en el país y emprendieron un angustiado viaje a pie o en camiones con la mirada puesta en Perú.

En la madrugada, decenas de venezolanos varados en la frontera sin pasaporte decidieron caminar en grupos para reunirse poco después, en una primera parada en las afueras de la ciudad andina de Tulcán, a unos 7 kilómetros de la frontera.

Allí, sentados en aceras, ataviados con ropa abrigada y arropados con cobijas, esperaron la llegada de otros compatriotas, la mayoría a pie, aunque hubo también quienes arribaron en taxi o en autobuses.

Unos más encontraron solidarios en las carreteras que los trasladaron en sus automotores hasta el punto de encuentro.

El ecuatoriano Francisco, que estaba de retorno de Ipiales (Colombia), comentó a Efe que sintió pena al ver en la mañana a una niña venezolana que descansaba en una acera por lo que decidió llevarla y a otros venezolanos hasta las afueras de Tulcán, y volvió a la carretera para seguir ayudando a estas personas.

Cerca del mediodía llevaba ya once viajes de manera gratuita.

Ecuador anunció inesperadamente el pasado jueves la exigencia de pasaporte para el ingreso de ciudadanos venezolanos, lo que sorprendió a quienes habían emprendido su viaje sólo con la cédula de identidad, documento con el que podían ingresar en Ecuador hasta el viernes 17 de agosto.

Tras reunirse en las afueras de Tulcán, los venezolanos emprendieron nuevamente el camino con sus mochilas al hombro y pesadas maletas, que cargan de forma individual o en parejas.

Pese al tamaño y peso, varios venezolanos caminan por el filo de la carretera con las maletas apoyadas sobre sus cabezas y sólo se detenían momentáneamente para descansar, en especial en una zona empinada a cinco kilómetros de Tulcán, capital de la provincia del Carchi, fronteriza con Colombia.

Una fuente de los organismos de atención al refugiado cifró en unos 300 los venezolanos que emprendieron la caminata por las carreteras del norte de Ecuador, donde se los aprecia en grupos de entre cinco y veinte no muy distantes unos de otros, según constató Efe.

Por tramos arrastraban las maletas y sus rostros revelaban una desesperación tan grande que dejaban en segundo plano el daño que en algunos causaba su andar con calzado inadecuado.

Aunque al inicio de la caminata entonaron el himno de su país, la mayor parte del trayecto la realizaron en silencio y con la premura de llegar a Perú, país que exigirá el pasaporte a partir del 25 de agosto.

Bajo un cielo cargado de nubes, el conductor de un camión de material industrial permitió a una decena de migrantes ir en el cajón, donde unos avanzaron el viaje al sur sentados y otros parados y apiñados en su desesperada huida de la crisis de su país, escena que se repitió en otros tramos y con camiones de todo tipo.

Envuelto en una cobija pequeña, con un gorro contra el frío, las manos juntas en plegaria, y sin palabras, un niño de unos 8 años con sus padres, y otras siete personas, esperaba al filo de la carretera a que algún automotor los lleve, en una de las estampas más desgarradoras registradas hoy en la vía.

Con el tiempo en contra en su pretensión de llegar a Perú esta misma semana, un venezolano acomodó su maleta en un coche con ruedas de los que se utilizan para transportar las bombonas de gas y avanzó en medio del frío intenso que caracteriza a la provincia del Carchi.

En un punto de la carretera, Efe constató que organismos de protección a migrantes les entregaron agua, mientras unos metros más allá, una decena de venezolanos sentados a un lado de la vía, a los pies de la escultura de una virgen, hacían una pausa de descanso, pero con la mirada puesta en los vehículos que pasaban con la esperanza de que los lleven.

Con galletas o pan como alimento principal, en el grupo que salió hoy desde la frontera, no se aprecia mujeres embarazadas ni personas de la tercera edad.

Efe constató que la mayoría de los caminantes son jóvenes y hay varios niños en el grupo, que se encontró con la decisión ecuatoriana de exigir pasaporte en el control migratorio, que hasta el pasado viernes podían cruzar sólo con cédula de identidad. EFE

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