Opinión

Fin de Fiesta

Por Bernardo Tobar
Quito, Ecuador

Así llaman los flamencos al número con que cierra el espectáculo de este género musical, único, ritual. Siempre en palo de bulerías, semicorcheas de tres por cuatro, aire festero, mucho jaleo, a compás distendido, la última representación es una catarsis, la liberación del nervio contenido, el ajuste desenfadado a la clavija de la tensión vital, porque los gitanos no suben al escenario a interpretar música, sino a perseguir su identidad, a dejarse la piel, a comprobar que existen.

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