Las Malvinas, una herida latina

Por Martín Santiváñez Vivanco
Lima, Perú

La guerra de las Malvinas marcó a una generación de latinoamericanos y generó una ola de solidaridad con el pueblo argentino que se ha prolongado hasta nuestros días. Casi sin fisuras, Latinoamérica apoyó la causa argentina, intentando, por todos los medios, solucionar de manera diplomática el conflicto con el Reino Unido.

Algo de eso se ve en el reciente biopic de Margaret Thatcher cuando se hace referencia a la franca mediación del presidente peruano Fernando Belaunde ante el Gobierno británico con el beneplácito de la presidencia de Reagan. Las negociaciones fracasaron por la intransigencia suicida de Galtieri y la firme decisión de la dama de hierro de recuperar las islas a cualquier precio.

Cuando todo se dio por perdido, el presidente Belaunde recibió la visita de una delegación argentina solicitando ayuda en armas y pertrechos. Existía, por entonces, una vieja alianza entre el Perú y la Argentina, nacida de la gratitud del país andino por el papel que jugaron numerosos personajes rioplatenses en la historia peruana, entre ellos, de modo destacable el libertador San Martín y Roque Sáenz Peña, un político que luego sería presidente de Argentina y que en su juventud peleó valerosamente del lado peruano en la infausta Guerra del Pacífico.

Movido por estos antecedentes históricos y por su honda convicción latinoamericana, Belaunde organizó el envío de 10 Mirages M5, misiles Exocets, diverso material de guerra y asesores militares. Todo esto en contraste con el oprobioso comportamiento del dictador Pinochet, un caudillo que puso al servicio de Londres la maquinaria del Estado chileno, gesto que los ingleses supieron recompensar.

La guerra de las Malvinas generó una serie de pronunciamientos más o menos líricos sobre la importancia de la unidad latina. Pero sólo el Gobierno peruano pasó de las palabras a los hechos, honrando una tradición histórica que años más tarde el Ejecutivo peronista de Carlos Menem traicionó al vender armas a Ecuador durante el conflicto que este país mantuvo con el Perú en el Cenepa.

Han pasado treinta años de la guerra de las Malvinas y Argentina, nuevamente, es capaz de obtener declaraciones de respaldo del ALBA chavista, del nuevo CELAC (OEA sin USA), de MERCOSUR, del GRULAC y la moribunda CAN.

El Gobierno de Cristina Fernández de Kirchner también cuenta con el soporte moral de Brasil y Chile. Sin embargo, este respaldo de palabra difícilmente se traducirá en un apoyo material si un improbable conflicto vuelve a desatarse. Las hipótesis de guerra brasileñas, el árbitro sudamericano, no incluyen la posibilidad de un conflicto con la ‘pérfida Albión’.

Hoy en día, la geopolítica global y la geoeconomía del petróleo otorgan nuevas razones de importancia a las islas Malvinas, un altar latinoamericano en el que cada cierto tiempo se renuevan los votos de hermandad continental. Ojalá que la diplomacia basada en la demagogia nacionalista o el romanticismo político dé paso a un frente regional capaz de negociar una salida digna y realista a un problema que atañe a todos los latinos.

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4 Comments

  1. El maniqueísmo al desnudo; todo lo que hizo Argentina estuvo bien; todo lo que hizo la Gran Bretaña estuvo mal. Pregunto: cuándo ejerció Argentina soberanía efectiva sobre las Islas
    Falkland ? Si reclama soberanía es porque dice tenerla por ‘extensión continental’; por este mismo enunciado, los Estados Unidos pueden reclamar soberanía sobre Cuba. Por qué no permitir que sean los isleños quienes decidan su suerte? Vale decir, permitirles que ejerzan el derecho de ‘ libre determinación’. Recuerden que, con casi 3500 habitantes en las islas, menos de 30 reclaman la ciudadanía argentina.
    Reitero la pregunta de Mauricio Alejandro: cuándo tratamos la salida soberana al Amazonas?

  2. Ah! la herida abierta «latina», la solidaridad continental, un solo pueblo, la «Patria Grande».  Pero que tipo tan sivergüenza y oportunista escribe el artículo.  En lugar de ponerse «latinoamericanísimo» y despotrincar contra el Reino Unido, empecemos arreglando las diferencias entre nosotros, subsisten conflictos, de mas larga data que el de las Malvinas, entre Colombia y Venezuela, y otros menos añejos entre Argentina y Uruguay, Bolivia y Paraguay, sin olvidar, el Protocolo de Rio, impuesto a punta de pistola.

    ¿Y a eso, que dice?

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