Auki y la intransigencia

Por Esteban Noboa Carrión
Guayaquil, Ecuador

Un balde de agua fría cayó sobre los dirigentes de la Comunidad Indígena cuando Auki Tituaña, una de sus cabezas más populares y eficientes, anunció que aceptaría ser binomio de Guillermo Lasso en las próximas elecciones de febrero. Como resultado de ello, inmediatamente se convocó a rueda de prensa en la que se anunció la expulsión de la Conaie del ex Alcalde de Cotacachi por haber traicionado con los principios ideológicos del movimiento e “irse en alianza con la derecha ecuatoriana, con los verdugos que son del movimiento indígena”.

La reacción por parte de los dirigentes de la Conaie denota en exageración lo que ellos mismos se jactan de criticar a rajatabla: la intolerancia. ¿Por qué digo esto? Porque raya en lo absurdo armar todo un show mediático para expulsar a un miembro de una Confederación que se encarga de aglutinar a personas que pertenecen a un colectivo -indígena- por el simple hecho de tener otra preferencia política.

Es público y notorio que la Conaie no es una organización política. Es más, en su web institucional se define como “una organización Nacional que aglutina en su seno a las Nacionalidades, Pueblos, comunidades, Centros y Asociaciones indígenas del Ecuador”; por esto, siempre se ha dicho que su brazo político es Pachakutik. No obstante, para Cholango y compañía, “aglutinar” significa resignación ideológica radical y adhesión sin objeción a lo que digan sus dirigentes; lo que, aunque parezca de más decirlo, carece de todo sentido.

Pachakutik, como organización política, tiene todo el derecho de expulsar a alguien que no comulgue con sus ideales. Por ello, son completamente justificables las declaraciones de la Asambleísta Lourdes Tibán en las que indica que está en trámite la expulsión de Tituaña de sus filas. A esto no hay nada que reprocharle. Uno se adhiere a una organización política porque comparte su ideología, y cuando se traiciona a la misma, la dirigencia tiene toda la autoridad –estatutaria y moral- para expulsar a quien le venga en gana.

No sucede lo mismo con la Conaie. Sus dirigentes no pueden antagonizar y expulsar a un compañero indígena por el simple hecho de que no comparta su ideología. Por más que no les guste, Tituaña sigue siendo indígena y tiene todo el derecho de seguir perteneciendo a la Confederación que los aglutina y que -por definición- no obedece a intereses políticos, sino que vela por el bienestar de toda su comunidad.

La intransigencia de los dirigentes nubla la posibilidad de que los dirigidos vean en Tituaña una oportunidad para ser incluidos en los planes de gobierno. De entrada se ha antagonizado su participación en un futuro gobierno. Tener voz en las decisiones de Gabinete, poder influir en el Presidente de la República y obligar indirectamente a promover el desarrollo de la inmensa Comunidad Indígena que vive en el Ecuador, aparentemente no les interesa a Cholango y compañía.

La expulsión de Tituaña de la Conaie no deja de ser más que un acto de capricho de personas que no ven más allá que sus propios intereses. Es innegable que a cualquier indígena le gustaría obtener empleo, educación, salud, etc. pero si es que el medio para conseguirlo es tolerar sentarse al lado de alguien de etnia e ideología distinta –pero también ecuatoriano-, entonces hay que claudicar en cualquier aspiración de bienestar para este colectivo. En el fondo, el consenso y la integración no les interesa. Seguirá la comunidad indígena sumida en el engaño, segregada y discriminada porque un par de dirigentes retrógradas nunca los dejó ser parte de una sociedad integral, plurinacional y tolerante.

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