Del concierto y la cancha ¡a la asamblea!

Por Esteban Noboa Carrión
Guayaquil, Ecuador

Resulta desalentador que los ecuatorianos nos hayamos malacostumbrado de tal manera que nos parezca completamente normal y mundano que en las listas de aspirantes a la Asamblea se encuentren cantantes, futbolistas, animadoras de televisión, etc. Y es que el perfil que sostienen este tipo de personas los hace muy apetecibles para los partidos políticos, dada la gran popularidad que ostentan dentro del electorado. Para los actores políticos, es indiferente la preparación o la madurez intelectual de sus candidatos, ya que con tal de asegurar los votos, todo vale.

Esta lamentable situación pone a la luz del debate uno de los grandes males necesarios que tiene la democracia: el derecho a elegir y ser elegido, sin más. La Función Legislativa, a diferencia de todas las otras, es el auténtico bastión de representación popular. En el Parlamento se encuentran representadas las mayorías y las minorías, todas con una voz y un voto, sin distinguir edad, profesión o capacitación. Aunque parezca mentira -porque en nuestro país dista de ser así- el verdadero baluarte de la democracia es la Asamblea Nacional.

Todas estas consideraciones nos llevan forzosamente a la misma reflexión: ¿cómo es posible que a un tipo que no sabe nada de política, economía o derecho se le permita legislar? La respuesta es sencilla: los ecuatorianos carecemos de madurez democrática. Los partidos políticos no incurrirían en estas prácticas si el electorado, consciente del engaño al que son sometidos, rechazara a estos candidatos negándoles el voto. Pero lograr este rechazo sólo sería posible por medio de una campaña de concientización que abarque todos los niveles sociales y educativos, y que llegue a influir en ambas partes, electores y elegidos.

De manera alternativa, algunos proponen que para ser Asambleísta se debe exigir como mínimo, un título universitario. No obstante, hay que señalar que la Asamblea, como único ente 100% democrático, no puede ser exclusivamente para quienes hayan obtenido un título, pues se puede dar el evento de que una gran cantidad de personas apoye a un candidato que posee vasta sabiduría pero que por cuestiones de la vida nunca estuvo ni acabó la Universidad. La meritocracia está pensada principalmente para la Función Judicial.

Finalmente, aquí los tenemos. El Bam Bam, el Tín, y Ulises saltan de las canchas para integrar las listas del partido oficialista teniendo escasa preparación política. El PRE y el PRIAN no se quedan atrás y sacan de conciertos y sets a cantantes y animadores.

Son completamente legítimas las aspiraciones de trabajar “para el pueblo” pero la efectividad de éstas se diluye ante la latente incapacidad y poca preparación que se tiene para conseguirlo. Es vital para el Ecuador que los políticos se den cuenta que la calidad de nuestra democracia no mejorará si se siguen aprovechando demagógicamente de la ignorancia de sus electores. Sin embargo, para el lamento de muchos, democracia significa el “gobierno de todos” representados por quienes elijamos, siendo indiferente el hecho de ser futbolista, cantante o animador. Lo que hay que comprender es que la experiencia, el estudio y la preparación son vitales para el buen gobierno. Tenemos casi 200 años de experiencia como país, pero ninguno como democracia madura. Ya es hora.

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