Un zorro a cuidar el gallinero

Editorial del diario ABC Color
Asunción, Paraguay

En una decisión que demuestra el grado de descrédito en el que están sumidas algunas instituciones del sistema internacional de las Naciones Unidas, la Asamblea General de dicho organismo eligió a la Venezuela del gorila bolivariano Hugo Chávez para ocupar un puesto en el Consejo de Derechos Humanos (CDH), con sede en Ginebra, Suiza.

Resulta cuando menos paradojal que este hecho se haya producido a tan solo dos meses de que el déspota caribeño haya denunciado la Convención Americana de Derechos Humanos o Pacto de San José de Costa Rica (1969), en una burda estrategia que pretende eludir la jurisdicción de la Comisión y la Corte Interamericana de Derechos Humanos, para poder dedicarse abiertamente a violentar sin cuestionamientos de ninguna índole la dignidad de sus propios compatriotas.

Fuera de la CIDH pero ahora dentro del Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, el gorila bolivariano se dedicará a bloquear, “con procedimientos técnicos y artimañas”, toda iniciativa tendiente a denunciar violaciones “en su país o de sus aliados”, como bien señaló el presidente de la Human Rights Foundation, Thor Halvorssen, a la agencia noticiosa EFE. Este panorama pone a un zorro al cuidado del gallinero.

Otros expertos señalaron como una llamativa contradicción el hecho de que Venezuela ingrese al Consejo cuando todavía no empezó a poner en práctica ninguna de las recomendaciones que el mismo organismo le formuló el pasado mes de octubre, en ocasión de ser sometida al Examen Periódico Universal (EPU). En esa ocasión, el régimen chavista rechazó 38 sugerencias vinculadas a la independencia del Poder Judicial y la vigencia de la libertad de expresión.

¡Pero qué sugerencias sobre libertad de expresión va a aceptar, si impunemente cerró canales de televisión como RCTV, dispuso la clausura de al menos 34 radioemisoras y somete a constante hostigamiento a los pocos medios independientes que aún logran subsistir bajo su oprobiosa bota!
Ahora, desde su nuevo asiento en el Consejo de Derechos Humanos, el régimen chavista se dará el lujo de dictar cátedra de respeto por los derechos humanos en todos los países del mundo, al mismo tiempo que presentarse ante la comunidad internacional como el baluarte de principios fundamentales de la dignidad de las personas. De allí que el embajador venezolano en Ginebra, Jorge Valero, haya calificado el ingreso de su país al organismo como “una victoria abrumadora y sin precedentes de la revolución bolivariana”.

Lo increíble, al mismo tiempo que condenable, es que una institución legendaria como las Naciones Unidas, nacida después de la II Guerra Mundial para preservar la paz y la seguridad internacionales, demuestre cada vez mayor irrelevancia a la hora de proteger la vida y la dignidad de los seres humanos que habitamos el planeta.

De allí que sea incomprensible que tolere el ingreso a un organismo destinado justamente a la protección de los derechos humanos a países como Venezuela, y otras naciones gobernadas por regímenes totalitarios, como Costa de Marfil, Emiratos Árabes, Etiopía, Gabón, Kazajistán y Pakistán.

Podemos imaginar en estos momentos la desazón que ha de embargar el ánimo de un inmenso número de ciudadanos venezolanos, sobre todo de aquellos que profesan una fe inquebrantable en el sistema democrático. Sin embargo, es preciso apoyarles para que no pierdan la esperanza; que no desistan nunca en su lucha por la recuperación plena de sus libertades y el goce de sus derechos inalienables; teniendo plena conciencia de que más temprano que tarde el régimen que los oprime sucumbirá bajo el peso de sus enormes contradicciones y perversidades.

Por lo tanto, es de esperar que ese mismo pueblo siga contando con el invariable sostén de organizaciones defensoras de los derechos humanos más creíbles y sensatas que el Consejo de las Naciones Unidas, al cual el gorila bolivariano acaba de ingresar. Esta es la hora en que ellas deben estar más atentas que nunca para denunciar los atropellos de Chávez contra sus cada vez más indefensos ciudadanos. La solidaridad internacional debe hacerse sentir con firmeza y en alta voz para llevar un poco de alivio al sufrido pueblo de Venezuela.

* Editorial del diario ABC Color, de Paraguay, publicado el 17 de noviembre de 2012.

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