Brasil recuerda a Niemeyer con vigilia y samba

RIO DE JANEIRO (AP) — La ciudad donde el arquitecto Oscar Niemeyer nació hace 104 años le dijo adiós con una vigilia pública, flores y, por supuesto, samba.

Después de velarlo en Brasilia, en el palacio presidencial que diseñó, el cuerpo de Niemeyer fue llevado en avión a Río de Janeiro para una vigilia pública. En el Palacio de la Ciudad, hombres y mujeres le rindieron el viernes un homenaje antes de la inhumación al pasar en fila ante el féretro de madera cubierto por la bandera brasileña y tres rojas rosas encima.

En el Cementerio Sao Joao Batista, algunos cientos de dolientes consiguieron participar en lo que se suponía sería una ceremonia privada, al seguir a la procesión funeraria a través de las verjas de la entrada para luego caminar por pasillos angostos, flanqueados por mausoleos y estatuas.

Algunos de los presentes oraron y entonaron himnos, mientras que otros ondearon la bandera del Partido Comunista en representación de los ideales políticos de Niemeyer. El grupo tradicional de samba «Banda de Ipanema» interpretó piezas durante el entierro en recuerdo de que el arquitecto fue patrono de esa irreverente compañía carnavalesca.

Niemeyer murió de una infección respiratoria el miércoles, 10 días antes de cumplir 105 años.

La mayoría de las personas que acudieron a darle el postrer adiós simplemente estaban agradecidas por su contribución: crear una arquitectura considerada profundamente brasileña y que ha sido aclamada internacionalmente.

«Su legado es magnífico», declaró Julia Fernandes Souza, de 67 años, durante la vigilia en el Palacio de la Ciudad. «Estará con nosotros por siempre. Estoy aquí para agradecerle».

Los diseños inconfundibles de Niemeyer le dieron a la capital nacional, Brasilia, una singular estética brasileña. El arquitecto confirió al concreto una especie de carácter maleable con la creación de amplias curvas sensuales o con formas que parecían fluir como agua para imbuirle a estructuras estáticas la sensación de movimiento. También fue el creador de una gran parte del complejo de las Naciones Unidas en Nueva York, así como diversas obras en otros países.

La magnitud de la estatura nacional e internacional del hombre y su obra fue evidente en las palabras de los visitantes y en la cascada de flores y coronas que flanquearon su ataúd, incluyendo una de Fidel Castro y otra del presidente cubano Raúl Castro. La corona de Fidel Castro estaba dedicada al «amigo incondicional de Cuba, Oscar Niemeyer».

El mismo Niemeyer desestimó el poder transformador de lo que hizo, cuando afirmó: «La arquitectura no cambia nada. Siempre está del lado de los ricos. Lo que es importante es creer que la vida puede ser mejor».

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