Los sentimientos como voluntad y anticipación

Víctor Cabezas

Víctor Daniel Cabezas
Quito, Ecuador

La corteza pre frontal es quizás la región que más se ha desarrollado a través de los millones de años de evolución humana. Para entender como funciona esta región del cerebro les propongo que piensen: ¿Por qué una marca de helados no produciría una paleta con sabor a menudencia de pollo? Seguramente su respuesta es “ag!!” ó “porque sería asqueroso!” Sin embargo, estoy seguro que ni ustedes ni los productores de helados han intentado hacer una paleta de menudencia, entonces ¿cómo pueden saber que el sabor de esa paleta no sería agradable?

Es aquí donde entra la corteza pre frontal y nuestra capacidad de anticipación. Ustedes simplemente simularon, en base a experiencias alimenticias, el sabor, textura y olor de eso que pretendían probar. Y es precisamente esa facultad y capacidad para anticipar la naturaleza de algo, lo que nos hace distintos y lo que desarrolla la corteza pre frontal.

En esta oportunidad pretendo informarles brevemente cómo esta corteza nos otorga la capacidad para vivir la felicidad internamente, experimentar lo imposible en nuestro simulador cerebral y vivir auténticos desde la infinidad de la mente.

En el idioma alemán existe una palabra muy interesante “vorfreude”; esta palabra significa “pre-deleite” o “pre-goce” y es muy sugestiva precisamente porque aborda lexicalmente una de las funciones de nuestra corteza pre frontal es decir, la capacidad de anticipar ese momento que añoramos.

Desde pequeño me di cuenta que la belleza, la estética y el valor de las cosas se encuentran en la espera; pareciera como si el momento antes de conseguir algo es más trascendente que el momento en el cual lo conseguimos. La expectativa valora y crea un instante de placer igual o mayor al generado cuando el momento, situación o cosa esperada se materializa.

El acto de esperar es casi siempre más trascendente que lo que se espera. De la ausencia de realidad nace el exceso de fantasía; anticipar un momento es crear otros mil. Todos los que esperan se convierten en artistas, ante este escenario filósofos como el francés Pascal Bruckner, han concluido que la felicidad se encuentra en el futuro, en algún lugar que solo existe en dimensión mas no en realidad. Nunca vivimos realmente la felicidad, solo la anticipamos y cuando logramos generar el anticipo, la vivimos.

No hay nada más bello que la abstracción sintetizada de un sentimiento, el intervalo de tiempo por el que esperamos por ese primer beso es, a menudo, más profundo que el sentimiento de su consumación material. Esperar ese beso añorado es de hecho experimentarlo. Anticipar el momento del beso es crearlo.

Son millones de años de evolución que nos han permitido simular situaciones y sentimientos internamente. De ninguna manera sugiero que reemplacen el beso de la mujer u hombre amado o amada por la anticipación del mismo, simplemente sugiero otorgarle el valor que merece la anticipación del instante que se espera. Me gustaría instarles a crear más planes, producir más videos mentales y simular más experiencias en la comodidad de su cerebro.

Compartan sus memorias, eternicen su existencia a través del poderío infinito del lenguaje; nuestro cerebro vive para el futuro, la mente subsiste al ritmo de lo que esperamos. Tengan siempre algo por que vivir; planes que concretar, sueños prometidos, cosas imposibles, material que se encuentre ulterior y sobre todo, tengan siempre un momento para esperar, anticipar y por lo tanto, ¡crear!

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