Menos utilidades y nadie protesta

Marlon Puertas
Guayaquil, Ecuador

Cuenta la leyenda que la gente normalmente impávida y quemeimportista con lo que ocurre más allá del portal de su casa, reacciona y toma conciencia de lo que está pasando, únicamente cuando le tocan su propio bolsillo. En ese momento enfurece, se retuerce de las iras y se pone zapatos de caucho, cómodos para salir a las calles, caminar bastante y expresar su protesta.

Fíjense que en Ecuador esa leyenda no tiene asidero. Aquí se ha presentado un proyecto de ley que reduce utilidades de los trabajadores de las empresas de telecomunicaciones –se entiende de celulares y de las que utilizan el espectro radioeléctrico- del 15 al 3% y es como que se ha contado un chiste de cualquier sabatina. Pero no tiene nada de gracia, supongo yo, para esos empleados que se acostumbraron –e hicieron inversiones por eso- a ganar jugosos pagos anuales por el hecho de estar en empresas altamente rentables, a los que ellos, con su trabajo eficiente, contribuyeron sin duda a conseguir esos resultados que permiten disfrutar en abril lo que pocos disfrutamos.

Eso se va a acabar. Y los empleados que ya no tendrán esos fondos no han dicho ni una sola palabra. Al menos yo no lo he visto, y me disculpan si he obviado alguna protesta indignada. No sé si estarán felices con ganar menos y complicarse con los pagos de sus casas; eso es una posibilidad lejana en un país que no tiene conciencia socialista, tanto así que existen socialistas de palabra que, en los hechos, hacen compras en Miami y visitan a Mickey Mouse.   Más bien pienso que se están mordiendo la lengua para no desfogar toda la rabia que deben llevar por dentro al sentirse perjudicados. Tal vez tengan miedo de ser enjuiciados por rebeldía, uno de los delitos favoritos que se aplica a los quejumbrosos que dan la cara en las calles.  El punto es que ha pasado una semana desde que se hizo público el proyecto de ley de iniciativa de Rafael Correa y los únicos que han hablado son los seguidores del presidente, que, como siempre, han salido con diligencia a resaltar los beneficios que tendrá todo el país ganando el 12% de las utilidades de un grupo de trabajadores.

Lo que nadie ha explicado todavía es porqué se apuntó a ese 15% de utilidades de los trabajadores y no al 85% que corresponde a los accionistas o dueños de las empresas.

De esa manera, Carlos Slim, dueño de Claro, puede dormir tranquilo. Su fortuna, la más grande del mundo, no se verá afectada con la nueva reforma que promueve la Revolución Ciudadana, por más socialista que se declare. Podrá seguir siendo la número 1, acaparando las tapas de Forbes y poniendo antenas por todas partes. Serán los trabajadores, los que no tienen grandes capitales, los que deberán financiar con sus utilidades, parte de los nuevos proyectos del cambio de la matriz productiva que tanto promueve el gobierno Correa.

Los que deben estar atentos son los trabajadores de otras empresas rentables. Si ves las barbas de ganancias de tus vecinos afeitar, al 3%, pon las tuyas a remojar.

 

 

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