¿Un nuevo futuro para las Américas?

Martina Vera

Martina Vera
Madrid, España

Se perdona pero no se olvida. Ese es el mensaje que nos deja Raúl Castro en su larga y primera intervención en la Cumbre de las Américas. Con los años que me faltan, aplaudo ese mensaje, pues quien olvida su historia está condenado a repetirla, pero quien no condona rivalidades caducas, perpetúa su miseria. A pesar de ello, Kirchner, Maduro y Correa, no comparten esa actitud. Sus intervenciones en Panamá evidencian que no solo no olvidan, sino que tampoco perdonan y no tienen sed de conciliación. ¿Con un pie en páginas anteriores de la historia, será posible emprender un nuevo futuro en las Américas?

Aires nuevos, viejos hitos

La de Panamá no fue una cumbre cualquiera, en ella se respiró vientos de cambio. Se invitó a Cuba y por primera vez en muchos años, se sentó en el banquillo de EEUU un Presidente dispuesto a hablar de todo y con una actitud conciliadora, que dimos por perdida con el fallecimiento de Kennedy. Obama asume los errores de EEUU, invita a no repetir ese pasado y propone sentar las bases de relaciones renovadas, donde EEUU respete la soberanía de sus vecinos, pero no deje de alzar la voz en materia de DDHH, democracia y libertad. Ese compromiso lo asume solicitando eliminar a Cuba de la lista de países patrocinadores del terrorismo y enfrentándose a un congreso Republicano que se opone a quitar el embargo.

¿Cómo se beneficia América Latina si aborda esa propuesta? Negociaría el cierre de un capitulo doloroso en su historia para entablar relaciones distintas, en las que se busque respeto mutuo, diálogo y equidad. Pasos futuros incluirían abordar problemas que afectan a todos y solo pueden combatirse de forma unánime como el narcotráfico, el desarrollo económico y comercial del continente, la reestructuración de organizaciones internacionales políticas y financieras caducas y el calentamiento global. Sin embargo, poco probable es que hablemos de esos dilemas si el clan de Presidentes, que ya conocemos, se empeña en debatir más sobre el pasado que el presente y el futuro y utiliza una retórica reacia al cambio. En ese caso, revivimos viejos hitos y perpetuamos la hostilidad.

El precio de la hostilidad

Los relatos de Castro en la Cumbre, nos hablan del precio que Cuba paga por una era de hostilidad con EEUU y en consecuencia al bloqueo. Washington y la Habana, están listos para pasar página, manteniendo su soberanía y sus diferencias, pero conciliando en pos del desarrollo. ¿Si conocemos, de primera mano, el precio de la hostilidad y vemos a Castro y Obama dispuestos a superarla, porqué ciertos líderes se empeñan en perpetuarla? Todo apunta a que a pesar de que la sociedad Americana está lista para aprender de su historia, sacudir el polvo y seguir adelante, algunos de nuestros líderes, no están preparados.

Aprender de vecinos que superan

¿Cómo animamos a quienes viven en el pasado a pasar página? Apuntemos al ejemplo de vecinos que superan pero no olvidan, como Colombia, Perú, Panamá y Chile, cuyas cifras positivas de desarrollo se atribuyen a su voluntad de conciliar. Colombia, por ejemplo, crece en un 4,9% en el 2014 de acuerdo a DANE y reduce índices de desempleo e inflación. Alberto Inocente, Gerente General de Andina Holdin, sugiere que ese crecimiento puede atribuirse, en parte, a la amplia inversión privada que ayuda a Colombia a diversificar su producción (no solo petrolera sino también, minera, vial y textil), solidificar su industria e incrementar sus exportaciones. Curiosamente, esa inversión tuvo su auge (un 6,4% según DANE) durante las elecciones presidenciales (algo poco usual), en consecuencia a la tónica conciliadora de Colombia. Similares circunstancias viven Perú, Chile y Panamá.

Lo mismo no puede decirse de países con tónicas más hostiles y proteccionistas que aumentan la incertidumbre política y ahuyentan a los inversores extranjeros como Venezuela, Argentina y Ecuador. Tenemos pruebas suficientes. En Venezuela, el Economista Pedro Palma, augura una elevada contracción económica, así como un repunte inflacionario entre el 135% y 140%. En Argentina, el cierre de la economía con el cepo cambiario para privilegiar a la industria interna ocasiona un aumento del desempleo. A pesar de sus circunstancias, ambos Países se empeñan en destacar dentro del clan de los pocos que no pasan página.

Superar hoy para construir mañana

Ecuador peligra, pues recorre similar camino al de Venezuela y Argentina. La falta de diversificación en la producción nacional y exportación, nos deja merced de los volátiles precios del cartel petrolero. Se imponen salvaguardias y violentan los términos de nuestras relaciones comerciales con otros países. A ese trato áspero a socios externos, le sumamos el débil desarrollo industrial al que conducen medidas proteccionistas que restan competitividad.

A pesar de ello, aún acudimos a cumbres de conciliación histórica, con una actitud de reproche que nos coloca un paso por detrás de quienes optan por perseguir un nuevo periodo de relaciones Americanas. El Jefe de Estado se sienta en Panamá a decir, que está prohibido olvidar invasiones y califica de payasada, que sucedió ayer no hoy, a la declaración de Venezuela como una amenaza que, de paso, rectificó Obama con disculpas. Esa actitud que se limita a reprochar, no a construir, poco dista de del revanchismo que en nada nos ha beneficiado. Eso, lo saben TODOS los líderes que en la Cumbre, optaron por no reprochar a Ecuador por su violación a DDHH, ante la persecución asfixiante a los medios de comunicación privados y a la oposición que vivimos en este país. Esa violación, de paso, no sucedió hace siglos, sino que se vive HOY. Yo si estoy dispuesta a perdonarla, no a olvidarla, en pos del desarrollo de una mejor democracia y más sólida economía. Mientras Kirchner, Maduro y Correa sean incapaces de encarnar esa superación, difícilmente seremos parte de un nuevo futuro en las Américas.

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