Norma Aleandro habla sobre «Escenas de la vida conyugal»

Foto: .mdphoy.com

Madrid, (EFE).- «¿Cómo haces eso? ¡Qué malo!», le gritó una espectadora a Ricardo Darín cuando interpretaba en Buenos Aires «Escenas de la vida conyugal», una reacción que «encanta» a su directora, Norma Aleandro, y que refuerza su convencimiento de que «el actor es un peregrino en un camino que nadie caminó».

Está bien, «incluso muy bien», pero no puede viajar a España para el estreno de la obra -el día 21 en Teatros del Canal tras estar hasta esta noche en el Tivoli de Barcelona- porque tiene una laberintitis que le impide volar: «una de esas cosas que le impiden a uno estar donde quiere estar», bromea en una entrevista con Efe.

Confiesa que está muy contenta porque desde que conoció el texto, una versión teatral firmada por el propio Ingmar Bergman de la película del mismo título que hizo en 1973, supo, por ese orden, que tenía que dirigir y que su protagonista «iba a ser» Ricardo Darín (Buenos Aires, 1957)

«Por suerte decidió que sí -se ríe de nuevo la bonaerense (1936)-. Bergman hizo de ella una obra muy particular, tomando de la película a los dos personajes centrales y dándole un enfoque mucho más cómico. Darín ahí le da, además, una vuelta de tuerca muy personal», detalla.

La película es «un drama denso y terrible» pero en teatro es una comedia, que Bergman hizo cuando vivía en Alemania y la transformo para una actriz de allí.

«Lo que hizo fue muy raro porque no tomó ese estado tan oscuro de la película en el que están los personajes sino que los va mostrando en distintos estados de la vida, con luces y sombras, pero con mucha dinámica de comedia. Está hecha para reirse y también reflexionar», agregó.

Sus «héroes» son Juan y Mariana, notarios y protagonistas de escenas que tiene que ver con su matrimonio y la relación que mantienen luego de su divorcio.

¿Es imposible encontrar un compañero de vida? «No, pero uno se lo tiene que proponer. Lo importante es ser realmente una pareja, pero eso es tan difícil como ir nadando por el océano y que una pulsera encaje exactamente en la mano. A mí me encajó», dice en referencia a su marido, el psicoanalista Eduardo Le Poole, con el que lleva 40 años.

Asegura que casi cada noche «pasan cosas muy especiales» con el publico que acude a verla: «la gente se acopla a lo que sucede en escena, porque se reconocen o reconocen a alguien…».

En esa dinámica se entiende bien -se ríe al recordarlo-, que hayan sido varias las veces en las que alguien del público ha replicado a gritos a Darín, ajenos a que aquello que está pasando en el escenario «¡no está sucediendo en la realidad!», se asombra.

La «comunión» con el público se nota muy bien, dice, en que las mujeres se ríen a veces más que los hombres pero también a la inversa, entendiendo muy bien unos y otros lo que está ocurriendo y reconociéndose en ello.

Le gusta sentarse en la oscuridad a contemplar a «su público», dispuesta a dejarse sorprender cada noche por la complicidad, «el compincheo», que ve en muchas parejas.

«Es impresionante. Cómo adhiere al publico la trama. Es algo propio de un genio lograr que las gentes se identifiquen con las cosas, que le resultan cómicas porque son las piedras con las que uno tropieza habitualmente».

Ella se ríe cada noche que la ve porque los actores, afirma, «caminan distintos senderos, empezando siempre con frescura».

La protagonista de «El hijo de la novia» revela que para dirigirla no le pesó en absoluto la interpretación que ella misma hizo hace más de 20 años con Alfredo Alcón (Buenos Aires 1930-2014).

«No me quedo con el álbum de las fotos, con nada del pasado. Me interesaba hacer esa obra como directora y que la interpretara Ricardo. Al principio a él le daba un poco de respeto pero está feliz porque es un personaje que le da posibilidad de mostrar muchas facetas», señaló.

La clave para que Aleandro diga «sí» a un proyecto tiene que ver, sobre todo, con que el actor que ha pensado para el papel esté libre y que sea un proyecto atractivo.

«El actor es un peregrino de un camino que nadie caminó y eso asusta. Hay que ayudarle a que no se pierda y ese un trabajo de ‘partera’. He tenido mucha suerte porque siempre son proyectos en el que acompaño a amigos», describió.

Argentina es el país en el que más éxito ha tenido y más tiempo ha estado en cartel la obra, dos años, pero, bromea, no tiene nada que ver con «su gusto por el psicoanálisis»: «esto no es terapia en absoluto». EFE

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