Otra Cuba Libre, por favor

Juan Carlos Díaz-Granados Martínez
Guayaquil, Ecuador

Deberíamos estar en la Alianza del Pacífico.  Las cuatro naciones fundadoras reúnen el 40 % del PIB de Latinoamérica.  Si se las contara como un solo país, sería la novena economía del planeta.  La conforman Chile, Colombia, Perú y México.  Los cuatro pumas de América Latina.  No como el milagro ecuatoriano, que cuando el precio del petróleo cayó, mostró su dependencia a un producto y la carencia de enfoque gubernamental hacia la productividad.

Cuba y Estados Unidos reestablecieron relaciones diplomáticas y reabrieron sus respectivas embajadas.  Bolivia está interesada en firmar un acuerdo de libre comercio con Estados Unidos.  Churchill, un tremendo anticomunista, se alió con Rusia, cuando fue necesario durante la segunda guerra mundial.  Los países tienen que ser pragmáticos.  El sentido común es la mejor ideología en defensa del bienestar de los gobernados.  Por eso, no veo la razón por la cual no comencemos a negociar un acuerdo con nuestro principal socio comercial: Estados Unidos de América.

Aplaudo la resolución favorable de la Comisión de Comercio Internacional del Parlamento Europeo con el fin de que Ecuador continúe el proceso de incorporación al convenio de adhesión de acuerdo multipartes, resultado de la exitosa gestión de seguimiento del frente económico.

Todavía falta cumplir con los planes de acción presentados por Colombia y Perú, en los que existen exigencias pendientes, como un mayor respeto a los derechos humanos, derechos de la naturaleza, libertad de expresión e independencia judicial;  acatar convenios con la OIT, acuerdo multilaterales y derechos del Derecho Internacional. Hemos avanzado en puntos importantes que fomentan la innovación, como es la reforma del Código Orgánico Integral Penal, en lo relacionado a la propiedad intelectual.

Los comerciantes ecuatorianos quieren venderle al mundo.  Requieren un Estado facilitador, que logre la mayor cantidad de acuerdos comerciales para ampliar el número de consumidores de los bienes y servicios que producimos.  Eso atraerá la liquidez que el país precisa.  Para lograr ese objetivo, es vital derogar las salvaguardias, antes de que llegue el fenómeno de El Niño o pueda hacer erupción el Cotopaxi.  Revocar las normas técnicas y cualquier restricción al libre comercio, que intente limitar las importaciones, causando desempleo.  Derogar el impuesto de salida de divisas, que deprecia cada dólar invertido desde el exterior en un 5%.  Eliminar el anticipo de impuesto a la renta (una aberración) y realizar una pausa normativa que permita producir eficientemente al sector privado.  Reducir el gasto fiscal para eliminar el déficit en el presupuesto estatal es fundamental.

En ese clima de negocios, el empresariado ecuatoriano sabrá responder a la competencia de un mundo globalizado, pero es importante que el gobierno apoye con una política económica correcta en beneficio de todos.

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