El pasado no volverá

El problema es que el pasado ya volvió. Lo hizo volver este gobierno. Este gobierno regresó la economía al pasado al reinstaurar un modelo cepalino de sustitución de importaciones como el que regía en la década del setenta. Aranceles altos, salvaguardas, cargas tributarias y un modelo de seudoprotección a la industria que ha perjudicado al consumidor ecuatoriano, que encuentra en el mercado productos y servicios carísimos y que es en definitiva, a quien se debe proteger.

Este gobierno regresó la administración publica a los años setenta, creando nuevos ministerios ineficientes y aumentando significativamente la burocracia. Este gobierno destruyó todos los avances de descentralización administrativa que se habían conseguido los últimos años, convirtiendo la mayoría de las oficinas y subsecretarias locales en meros buzones de correo, pues todo se resuelve en Quito, no existiendo autonomía para tomar decisiones importantes en la periferia. Este gobierno restringió las libertades al mejor estilo de los “gorilariums” existentes en Sudamérica en los años setenta, donde opinar podía costar la cárcel. Para ello afectó la libertad de expresión, creando una especie de Gestapo llamada Senacom, que fiscaliza, juzga y sanciona, todo a una, convirtiéndose en juez y parte en todo conflicto con los medios de comunicación.

Este gobierno destruyó la independencia de poderes, convirtiendo en títeres a cada uno de éstos. Usó la justicia, al mejor estilo de los dictadorzuelos centroamericanos del pasado, obteniendo sentencias a su favor y haciéndose pagar indemnizaciones, sin tener el decoro de esperar salir del poder para defender su honor en juicios imparciales.

Este gobierno anuló los organismos de control al mantener “liborios” frente a ellos, asustadizos funcionarios incapaces de discutir sus ordenes ni fiscalizar sus actuaciones. Este gobierno destruyó el control constitucional al manipular concursos para colocar en el mas alto tribunal a incondicionales, logrando dictámenes favorables a sus objetivos políticos.

Este gobierno ha escogido cuidadosamente a quien perseguir y desprestigiar. Ha logrado el autoexilio de periodistas, la descalificación publica de opositores, la judicialización penal de las conductas de quienes se le oponen. Ha resucitado la lucha de clases, sepultada en Europa y los países modernos de Asia, donde tuvo su apogeo hasta la década de los ochenta, al punto tal que su referente ideológico es Eduardo Galeano, quien escribió en los años setenta “Las venas abiertas de América Latina” y luego se arrepintió.

Este gobierno se amistó con Bielorrusia, Irán y otros países lejanos, y trató duramente a Estados Unidos, principal socio comercial y país históricamente amigo del Ecuador. Este gobierno formó un “cogollo” con los Kirchner, los Castro, Chávez, Maduro y Ortega conformando el Alba y desconociendo a la OEA, instancia tradicional de solución de conflictos latinoamericanos. Este gobierno elevó la corrupción a código de conducta, de modo a nadie le llama la atención que los funcionarios cobren coimas, los jueces exijan “derechos” y las autoridades principales se encuentren bajo sospecha de haber amasado fortunas de cifras incalculables.

Si, el pasado “que ya volvió”, deberá ser derrotado el domingo 19 por un mensaje de esperanza, de renovación, de libertades, de apertura a la inversión y de cooperación de clases. De este modo este pasado….no volverá jamás.

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