Hay que tener muy en cuenta cómo le va a Messi en el Barcelona, al Kun Agüero en Londres, a Iguaín y Paulo Dybala en Italia, a Di María y Pastore en París, a Mascherano en China. El partido se juega fuera de fronteras, alejado de la costa, lo que se dice offshore.
Y en política pasa más o menos lo mismo. Además de lo que ocurre en Buenos Aires entre Mauricio Macri y Cristina Fernández de Kirchner (CFK), hay que estar muy atento a los movimientos del Vaticano, a las fintas del papa Francisco, y mirar de vez en cuando a Costa Rica sede de la Corte Interamericana de Derechos Humanos donde hace lo suyo el kirchnerista magistrado Eugenio Raúl Zaffaroni.
En su reciente visita a Suramérica, el Sumo Pontífice, el argentino Jorge Mario Bergoglio, nuevamente obvió su país. “No es el momento oportuno para viajar a la Argentina”, se informó en Roma. Francisco no cree conveniente su presencia por la “polarización política” que se vive en el país. Sin embargo, días pasados, el Papa recibió en “audiencia privada” a Estela de Carlotto, presidenta de las Abuelas de Plaza de Mayo, y le escribió una carta muy afectuosa y algo sorprendente a Hebe de Bonafini, la aguerrida presidenta de las Madres de Plaza de Mayo. Ambas muy cercanas a Cristina Kirchner (CFK).
¿No cree el Papa que ello, dada la “polarización”, tampoco es conveniente? Lo que ocurre es que Bergoglio juega su propio partido en Argentina y decididamente a Macri lo ubica en el arco de enfrente. Según la visitante, “el Papa está enterado y preocupado por la pobreza, los despidos, y la situación de la Argentina” y por “las violaciones a los derechos humanos” sumó luego. Ese tipo de “mensaje” no los enviaba Francisco en épocas del gobierno kirchnerista. Todo lo contrario: “cuidemos a Cristina”, recomendaba.
Carlotto en sus declaraciones dijo sentir un “poco de culpa porque no llegó a conocerlo en Argentina, donde tenía una opinión distinta de él, pese a tener amigos en común. “Uno se deja influenciar, pero cuando se supo la verdad me rectifiqué…”. Lo mismo le pasó a CFK que se volvió “papista” y a Hebe que no se “había dado cuenta”, razón por la cual en su momento lo trató de “basura” y de “fascista” y se jactó de haber hecho “sus necesidades” en el Altar Mayor de la Catedral de Buenos Aires cuando Bergoglio era el arzobispo de la ciudad. Por su parte, Bergoglio se hizo o se confesó amigo del kirchnerismo.
En la carta “de apoyo” a Bonafini, en alguna forma Francisco la compara con Jesús, o con lo que le pasó a él, y así lo siente y lo dice ella. “No hay que tener miedo a las calumnias, Jesús fue calumniado y lo mataron después de un juicio dibujado con calumnias”, le escribe el Papa a Hebe. Y esta, ni corta ni perezosa, lo destacó: “casi que no nos compara con nadie”, se ufanó.
Como que se le va la mano a Bergoglio. Bonafini, que esta siendo investigada por la justicia por manejo de dineros, y quien festejó y aplaudió el atentado contra las torres gemelas, ha dicho públicamente que Macri es un “reverendo hijo de mil putas y dictador”, lo que decididamente no esta en la línea de una bienaventuranza.
Debería ser más cuidadoso el Papa por muy jugado que esté, como es notorio, en la interna argentina.
Eugenio Raúl Zaffaroni, en tanto, ha expresado su deseo personal de que el gobierno de Macri “se fuera lo antes posible”. Esto es, obviando los plazos constitucionales. Como que incluso llamó a resistir. Se dirá que al lado de lo de Hebe de Bonafini no es para alarmarse tanto; peccata minuta. Pero se trata de un juez de la Corte Interamericana, sometido a ciertos protocolos, por lo menos. El Gobierno argentino ha protestado duramente.
La diferencia con Zaffaroni, quien ha hecho algunas otras manifestaciones en una línea kirchnerista o bolivariano-progresista (respecto a Brasil y Paraguay, por ejemplo), es que no afecta solo a los argentinos y a los católicos, sino que nos afecta a todos; es un juez de la Corte.
Sin duda que este tema de la Corte, Zaffaroni y alguna cosita más, merece otro espacio, ser debatido y, para empezar, estar muy alertas.