Muestra de fotógrafo ecuatoriano asesinado rinde tributo a su trayectoria

ista hoy, miércoles 25 de abril de 2018, de fotografías tomadas por Paul Rivas, secuestrado y asesinado por disidentes de las FARC, para un reportaje sobre personas desaparecidas, en Quito (Ecuador). El fotógrafo ecuatoriano hubiera cumplido hoy 46 años de no haber sido secuestrado y asesinado junto a otros dos trabajadores del diario "El Comercio", sin embargo, su familia decidió rendirle tributo con una muestra de su obra.

Quito, (EFE).- El fotógrafo ecuatoriano Paúl Rivas hubiera cumplido hoy 46 años de no haber sido secuestrado y asesinado junto a otros dos trabajadores del diario «El Comercio», sin embargo, su familia decidió rendirle tributo con una muestra de su obra.

El flagelo de la incertidumbre que sienten los familiares de desaparecidos, la retirada épica del medallista olímpico ecuatoriano Jefferson Pérez o la vida cotidiana en la región fronteriza entre Ecuador y Colombia, forman parte de la retrospectiva que alberga el Municipio de Quito desde hoy hasta el próximo 26 de mayo.

Abren la exposición fotografías de él mismo y de sus compañeros de cautiverio, el periodista Javier Ortega y el conductor del periódico quiteño Efraín Segarra, con los que marchó hace un mes a la provincia fronteriza de Esmeraldas, para elaborar un reportaje precisamente sobre la inseguridad en la zona.

Los tres fueron secuestrados y asesinados por un grupo denominado «Oliver Sinisterra», encabezado por el disidente de las FARC alias «Guacho», según se desprende de comunicaciones que mantuvo con las autoridades ecuatorianas.

Segarra aparece en una instantánea nocturna sonriendo junto a un teleobjetivo, probablemente el propio gráfico, y junto a la foto aparece el reportero Ortega en una lancha fuera borda navegando en un río, ligeramente recostado y con gesto de autocomplacencia.

«Me parece que una persona sigue viva cuando su trabajo se mantiene, que todavía causa impacto», refiere a Efe la funcionaria del consistorio María José Quintachal, después de repasar las fotografías que componen la exhibición.

Señala lo «paradójico» de que realizara un reportaje sobre personas desaparecidas con fotografías de familiares en cuyos cuerpos desnudos figuran leyendas acerca de sus anhelos por no conocer el paradero de sus seres queridos.

ista hoy, miércoles 25 de abril de 2018, de fotografías tomadas por Paul Rivas, secuestrado y asesinado por disidentes de las FARC, para un reportaje sobre personas desaparecidas, en Quito (Ecuador). El fotógrafo ecuatoriano hubiera cumplido hoy 46 años de no haber sido secuestrado y asesinado junto a otros dos trabajadores del diario «El Comercio», sin embargo, su familia decidió rendirle tributo con una muestra de su obra. EFE/ Evelyn Rosas

«De ser fotógrafo se convirtió en un actor y no lo vivió desde un tercer plano sino que lo hizo en propia carne y tuvo que ser muy duro para él y su familia», añade esta observadora.

Su familia, en particular su hija Alejandra Rivas, han considerado que «la mejor forma de celebrar su vida» ha sido exponer «su gran trabajo como fotoperiodista con 20 años de experiencia», según indican en la convocatoria de la muestra, que se inaugura este miércoles, antes de que mañana se cumpla un mes de su desaparición.

Bajo el título de «El pintor de la luz», aglutina los reportajes publicados por el propio diario «El Comercio» con sus respectivas portadas sobre la serie de «Desaparecidos y tatuados en la piel», de abril de 2013, que le valió un premio, así como otro por la despedida del popular «Jeff» de la competición de marcha a nivel profesional en Murcia, España, en septiembre de 2008.

Su último reportaje publicado por el medio data del 15 de abril y fue titulado «Palma Real, la cuna de la concha», y aborda escenas cotidianas de una población en el límite fronterizo de Esmeraldas, donde el periodista escribe que sus pobladores «miran el turismo como la única vía de evadir los problemas de Colombia».

Alfredo Lagla, fotógrafo del mismo diario recién jubilado, recuerda a Rivas como un profesional de la cámara «muy vivaz, muy activo y sencillo a la vez, al que le gustaba hacer las cosas bien».

Destaca por encima de todo que sabía llegar a la gente por su sentido del humor, lo que reflejaba en sus fotografías, que «hablaban» sin necesidad de palabras. EFE

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