Opinión

Mi muerte fue una exageración

Por Martín Santiváñez Vivanco
Lima, Perú

Se engañan los que sostienen que la desaparición física de Hugo Chávez solucionará las graves fracturas del proceso político venezolano. Desde su fundación, el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), aspira a consolidarse como el instrumento transmisor de la herencia política del Comandante. Es cierto que, sin el líder bolivariano, Venezuela ingresará en una especie de “primavera tropical” impulsada por las fuerzas regeneradoras de la democracia y la inercia social de la nueva coyuntura. Sin embargo, es tan grande la impronta de la cultura política populista, que el chavismo, a mediano y largo plazo, seguirá gozando de buena salud.

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Opinión

8-M: El derecho a ser oposición

Por Héctor Yépez Martínez
Guayaquil, Ecuador

Los sucesos del pasado 8 de marzo son un buen termómetro para medir la poca democracia que nos queda en Ecuador. Indígenas y opositores organizan una marcha. Inmediatamente son satanizados como “desestabilizadores” por el discurso oficial. La agencia oficial Andes califica la protesta como “intentona golpista”. Nada menos que el Presidente —que nos gobierna a todos— convoca a una contramarcha para “defender la democracia”. Una universidad estatal obliga a sus estudiantes a atender el llamado del Presidente. Los medios de transporte para la oposición son sistemáticamente bloqueados: la Agencia Nacional de Tránsito prohíbe que los opositores se trasladen en buses a Quito. Donde, al mismo tiempo, se dirigen 60 buses repletos de 3.000 manifestantes a favor de Alianza País.

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Opinión

El miedo a la democracia

Por Héctor Yépez Martínez
Guayaquil, Ecuador

Jamás la democracia ha sido pensada para elegir a una sola persona que gobierne, a su discreción, en nombre de todos. El predominio absoluto de un Presidente en la política es la antítesis de cualquier sistema democrático. Por muchas razones. La más elemental es que el Presidente no es elegido por todos aquellos a quienes va a gobernar, sino tan solo por una parte del pueblo. De ahí que admitir un poder absoluto del Presidente implica, siempre, legitimar una tiranía contra los numerosos ciudadanos que no votaron por él. Y eso se llama autoritarismo. […]