La audacia de la esperanza

Por Gustavo Domínguez
Quito, Ecuador

La gran demostración del electorado norteamericano, en la más reñida contienda electoral de su historia, ha dado un paso adicional en firme para perfeccionar su unión como la nación con la mejor democracia del mundo.

Los candidatos presidenciales norteamericanos se midieron en una campaña electoral teñida de desafíos propios de una contienda democrática entre líderes con visiones opuestas y propuestas radicalmente distantes; donde los argumentos de mayor contundencia giraban en la misión del gobierno y las responsabilidades del estado.

Pero como todo tiene su fin, concluyó la campaña y el electorado eligió al socialista más exitoso del mundo para dirigir a la nación más poderosa del planeta.

Un hombre formado por las experiencias propias de pertenecer a una minoría racial, criado con el sacrificio y esfuerzo de  una madre trabajadora y soñadora. Con un carácter forjado por la excelencia de estudios, la ayuda a los más necesitados, el trabajo comunitario, y el amor incondicional y cómplice de una extraordinaria esposa. Un político que cree en la eliminación de las desigualdades, en el derecho de todos los ciudadanos a tener cuidados de salud, en el derecho y las oportunidades que se deben garantizar a las minorías, sin importar el color, género, etnia, preferencias sexuales, condiciones físicas, o ideologías políticas y religiosas.

Un político que cree en el derecho de los inmigrantes y su contribución a la sociedad, que considera que todos los niños y los ciudadanos deben tener las mismas oportunidades, que la clase media tiene que ser fortalecida y asegurada, que el sector privado debe ser vigorizado e incentivado, especialmente los esfuerzos de las pequeñas y medianas empresas. Un político que cree en los beneficios de la inversión privada y las obligaciones de los más ricos y poderosos para con los más necesitados y con la patria.

Un político que proclama al mundo que la grandeza de su pueblo no se fundamenta en creerse acaudalada por ser la nación con mayores riquezas del mundo, o en ser la más fuerte por tener la más poderosa milicia de la historia. Un Presidente que considera que lo que hace a Estados Unidos excepcional es la creencia de que sus ciudadanos entienden que el destino del país es compartido, que el país funciona cuando se aceptan las obligaciones que tienen unos para otros, y que entiende que las libertades y los logros vienen con responsabilidades y derechos, con amor, caridad y patriotismo.

En una nación de casi trescientos millones de habitantes, la más diversa del mundo,  donde a pesar de las grandes diferencias existentes, el Presidente reelecto es un símbolo de la esperanza, de la igualdad, de los derechos civiles y de las oportunidades que brindan el esfuerzo y determinación personal.

Un líder que entiende que para avanzar es necesario reconocer que las esperanzas y los sueños de una nación, más allá de generar diferencias demandan del compromiso de trabajar en común, incluyendo y respetando a la oposición. Un líder que no duda en agradecer a su contendiente electoral, sin dejar de reconocer que la pasión de sus diferencias se fundamentan en el profundo amor que cada uno tiene por su patria y su visión individual de un futuro mejor para su pueblo. Un líder que entiende que la división que sugieren los procesos políticos no reflejan la verdad de los sentimientos de unidad de la nación; que demanda la construcción de consensos y de difíciles compromisos  necesarios para el avance y progreso. Un Presidente que escucha y aprende de quienes le han favorecido o negado su voto.

El triunfo de Barack Obama, es un triunfo de la esperanza, no solo de los ciudadanos estadounidenses, sino de la esperanza de los ciudadanos de todas las naciones del mundo.

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6 Comments

  1. Si Chávez que ganó por 10 puntos (54% – 44%) se dijo que va a gobernar un país dividido.
    Ahora que Obama ha ganado por 2 puntos (50% – 48%) entonces podemos concluir que Obama va a gobernar un país extremadamente dividido. ?

    • Está en lo cierto. Sin embargo, en los Estados Unidos las instituciones democráticas funcionan casi a la perfección y la separación de poderes se caracteriza por su independencia. Los Congresistas y los Senadores se deben a sus electores y no al poder ejecutivo, ni a dogmas políticos partidistas. La situación reflejada en las urnas, no es el escenario ideal para el presidente Obama, pero las formalidades de la democracia seguirán incólumes.

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