Los mensajes ocultos de la revolución

Marlon Puertas
Guayaquil, Ecuador

Me ha costado siete años entender el lenguaje revolucionario, pero hoy puedo decir, lleno de orgullo, que finalmente lo he conseguido. ¿Ustedes no? Si ha sido facilito, siéntense y les explico. A ver, todo está en poder descifrar los mensajes ocultos, que de puros buenas gentes no los dicen de entrada. Ahí está, para comenzar con los ejemplos, la vaina del seguro general obligatorio que puso a tirar números a todo aquel trabajador que a duras penas completa su jornal diario. Si un taxista gana $100, $20 debían separarse para el Seguro Social que todo el mundo entendió, sería obligatorio.

Pues no. Todo lo contrario. El seguro general obligatorio ha sido voluntario. Y así lo debimos entender, tontos nosotros, desde un principio. Por gusto lo obligamos al pobre Corcho a que dé explicaciones y termine diciendo la palabra que nunca quiso decir: voluntario. Es como cuando no entendemos un chiste de Condorito y pedimos al chistoso que nos lo explique. Así se pierde el encanto. Y lo peor, entretenemos al Corcho en otras cosas, a él, que estaba tan ocupado en decirse vela verde con Ramiro González.

Así también debimos entender el trillado mensaje de Rafael, que una vez terminado este periodo, se iba derechito a su departamentito en Bélgica. Lo dijo varias veces, que no faltó el despistado que se lo creyó todo, todito. Pues no. Todo lo contrario. El mensaje oculto que daba cuando decía que no quiere, es que sí quiere, siempre lo ha querido y siempre lo querrá. El poder, digo. Por eso, por no entender bien el mensaje desde un principio, es que se arma todo ese alboroto entre los propios correístas, obligados a buscar explicaciones y reformas a la Constitución, con tal de no hacerlo quedar mal al líder.

Por esa política de dar mensajes totalmente contrarios a la realidad, es que los verdes insisten en decir que ganaron el 23F. En realidad, están reconociendo que perdieron estrepitosamente, como todos ya nos dimos cuenta. Porque si reconocieran la derrota, la realidad sería que ganaron, y que, por pura modestia, se hacen los perdedores. ¿Entendieron? Yo tampoco.

Se los pongo más sencillo a ustedes que son románticos. Es como cuando una chica enamorada dice no con su boca, cuando sus ojos gritan a todo volumen que sí, que sí. Más o menos.

La parte fea de este método, es que las noticias que parecían buenas, resultan ser todo lo contrario. Cuando la revolución habla del sueño ecuatoriano, la palabra oculta, es pesadilla. Sino pregúntenles a los políticos sentenciados por la nueva justicia. Cuando la revolución habla del gasto público más millonario en la historia del Ecuador, la palabra oculta es futuro, porque nadie sabe, si pasado mañana, ese récord de inversión se convertirá en cifra de carencias. Porque cuando hablan de que hay menos pobreza, en realidad están ocultando que cuando el Estado vuelva a su pobreza, los pobres lo acompañarán sin remedio.

No es tan difícil de entender, ¿lo ven? Sencillamente, no hay que creerles nada.

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* El texto de Marlon Puertas ha sido publicado originalmente en el diario HOY.

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