Del gasto a la demanda

Vicente Albornoz
Quito, Ecuador

La producción en el Ecuador creció algo más rápidamente entre 2001 y 2006 que entre 2007 y 2014. Los datos del Banco Central dicen que en el primer período el PIB creció al 4,8% anual promedio, mientras que en el segundo período creció solo al 4,3%. Pero entre 2001 y 2006 el gasto público casi no creció, mientras que entre 2007 y 2014 por poco se triplicó.

¿Cómo se puede explicar que en el segundo período, a pesar de un disparo del gasto público, el PIB haya crecido más lento?

Lo lógico sería que con una “inyección” fiscal tan enorme, la economía hubiera crecido mucho más rápido desde el 2007 que antes de ese año. Pero en la realidad ocurrió justo lo contrario. Como en todo en la vida, hay varios factores que explican esta desaceleración de la economía. Uno muy importante es el frenazo de la inversión privada desde el año 2007 en adelante, pero no es el único.

La relación entre “gasto público” y “demanda agregada” es otro factor importante. Lo que pasa es que cuando el gobierno aumenta su gasto, lo que está haciendo es colocar recursos adicionales a la economía. Y esos recursos llegan en forma de mayores remuneraciones para los empleados públicos o mayores ingresos de quienes tienen contratos con el gobierno. El problema es pasar de esos recursos adicionales a un aumento real de la producción del país.

Para graficar lo que ocurre en ese proceso, imaginemos a un funcionario público que, gracias al aumento del gasto del gobierno, hoy gana más de lo que ganaba en el pasado. ¿Cómo podría comportarse esa persona que, gracias al aumento de gasto, tiene hoy un poco más de plata en el bolsillo? Pues imáginese que al salir de su oficina, ese funcionario decide comprar pan. Y en la panadería, como está con un poco más de plata en el bolsillo, compra más pan de lo que usual.

Pero recordemos que el pan en el Ecuador es hecho con harina importada. Y el horno de la panadería funciona con gas (en gran proporción) importado.

Sigámosle la pista a ese funcionario imaginario que, al salir de la panadería decide llamar a su esposa para contarle que ya compró pan. Luego de hablar se da cuenta que su celular está viejo. Y como está con un poco más de plata en el bolsillo, decide comprar un nuevo celular (también importado). Y cuando se sube a su auto para llevar el pan a casa, se da cuenta que el auto está viejo. Así, decide comprarse un auto nuevo (que es importado o hecho con partes importadas).

De esa manera, gran parte del gasto público termina yéndose a importaciones y es poco lo que se va a fomentar la producción local. Por alguna razón, un proceso tan sencillo como el descrito es un misterio para una izquierda convencida que “siempre y en todo momento, más gasto público es mejor”. Y esa es parte de la explicación de por que, a pesar de un disparo del gasto del gobierno, el PIB crece hoy más lento de lo que crecía hasta el 2006.

El artículo de Vicente Albornoz ha sido publicado originalmente en El Comercio.

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