El patriotismo ucraniano vuelve a escandalizar a Eurovisión

Maruv no ha llegado a un acuerdo con la televisión ucraniana por lo que no será la representante ucraniana.

«¿Crimea es Ucrania?», es la pregunta que todo concursante debe responder si quiere representar a Ucrania en Eurovisión. Pero eso no es suficiente, ya que también debe renunciar a actuar en territorio de Rusia y defender a pies juntillas la política del Gobierno ucraniano ante la prensa internacional.

«Sí, es Ucrania», respondió Maruv, la ganadora del concurso en el que se elegía al representante ucraniano que actuará en mayo en Tel Aviv.

Maruv (Anna Korsun), una joven que actuó a finales del pasado año en el programa de mayor audiencia de la televisión rusa, respondió así a la pregunta que le hizo Jamala, que ganó Eurovisión en 2016 con «1944», una canción que denunciaba la deportación soviética de los tártaros.

«Eurovisión es en primer lugar un concurso musical. No son unas elecciones», recalcó Maruv.

Jamala y otros miembros del jurado acribillaron a preguntas políticas, durante el concurso televisivo, a todos los candidatos, incluidas Anna y María, dos hermanas gemelas oriundas de Crimea, que se quedaron en el camino por no haber respondido de manera acertada.

«Crimea es mía y de mi hermana. Es nuestra casa, donde nacimos y empezamos a cantar. Nuestro lugar preferido en el mundo. ¿De quién puede ser Crimea si cuando vamos a casa cruzamos dos fronteras?», dijeron.

El dúo crimeo tenía pocas opciones desde un principio, ya que su madre trabaja en el Gobierno de Crimea, península anexionada por Rusia en 2014.

Maruv no cometió el mismo error, pero cuando el mal trago parecía haber pasado, tuvo que firmar un contrato «leonino», según sus palabras, con la Radiotelevisión Nacional Pública de Ucrania (NOTU).

En virtud de dicho contrato, la cantante, que ganó el concurso nacional con la canción «Siren Song», no puede improvisar sobre el escenario, debe ceder los derechos de autor y relacionarse con la prensa sólo con autorización de la NOTU.

Entre otras condiciones, figuraba la de negarse a actuar en Rusia y ser especialmente cuidadosos al tocar el tema de la integridad territorial de Ucrania o al hacer declaraciones públicas que puedan dañar la imagen del país en la arena internacional.

«Cuando miles de héroes mueren en el frente por la integridad territorial de Ucrania, el Estado debería estar representado por artistas dignos, patriotas de Ucrania, que se dan cuenta de su responsabilidad», informó el ministerio de Cultura.

Maruv se mostró dispuesta a renunciar a actuar en territorio del «Estado agresor», pero se negó a firmar dicho documento con el argumento de que no estaba dispuesto a cantar «bajo censura».

«Soy ciudadana ucraniana, pago impuestos y amo a Ucrania con toda sinceridad. Pero no estoy dispuesta a actuar bajo lemas que convertirían mi participación en el concurso en una campaña de promoción de nuestros políticos», escribió Maruv en su cuenta de Facebook.

El presidente de NOTU, Zurab Alasania, explicó que «no todos los cantantes ucranianos están dispuestos a ser buenos diplomáticos culturales».

Aunque el Gobierno dijo que no interferiría en la elección, el viceprimer ministro para Asuntos Humanitarios, Viacheslav Kirilenko, acudió anoche a la televisión para recordar que la mayoría de músicos ucranianos ya renunciaron a actuar en el país vecino tras la agresión en 2014 y criticó a aquellos que alegran la vida a los que asesinan a ucranianos en el este del país.

La exclusión de Maruv sentó muy mal en las redes sociales, donde acusaron al Gobierno de politizar la Eurovisión y compararon al jurado con un concilio de censores soviéticos, opinión compartida por el comediante Vladímir Zelenski, líder en los sondeos de opinión con vistas a las elecciones presidenciales.

Otros, en cambio, acusaron al Servicio Federal de Seguridad (FSB, antiguo KGB) de Rusia de manipular a la opinión pública en las redes sociales para hacer ganar al candidato menos patriótico para después acusar a Kiev de su exclusión.

La European Broadcasting Union (EBU), organizadora del certamen, se lavó las manos y se limitó a informar de que la televisión pública de cada país es la única responsable de la selección del concursante que representante en el país.

NOTU comenzará este martes a buscar al intérprete o grupo que representará a Ucrania en el festival, entre los que el favorito es el grupo Freedom Jazz, que quedó en segundo lugar en el concurso.

Ucrania ya puso en un aprieto a Eurovisión al prohibir en 2017 la entrada en el país y, por tanto, su participación en el certamen a la rusa Julia Samóylova, una cantante en silla de ruedas afectada por atrofia muscular espinal, por el hecho de haber actuado en Crimea. EFE

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