La alianza

Ricardo Noboa

Guayaquil, Ecuador

Durante varios meses parte de la opinión publica y los sectores políticos reclamaron una alianza con miras a las próximas elecciones. Una alianza que aglutine a los semejantes con miras de enfrentar al correísmo. No porque el correismo sea un “cuco” al que se le tema o porque tenga serias posibilidades de ganar. No. Simplemente porque un proyecto autoritario, intolerante, corrupto y abusivo no debe tener ni la mas mínima posibilidad de regresar al poder.

Este es un tema de ecología política, de respirar aire fresco, de eliminar toda posibilidad de que, demagogia y populismo en mano, puedan regresar los que se fueron u ocupar una importante bancada en la Asamblea.

Esto es el Ecuador. Mucha gente vota emocional y no racionalmente. O vota porque algún día recibió alguna dádiva mas o menos importante, sin considerar el enorme daño que un proyecto político hizo en lo macro. Acá se vota viendo los árboles y no el bosque. E igual ocurre en otros países.

Por ello, la unidad de los iguales o parecidos es un imperativo. De ahí que se escuchaba “hay que unirse”.  Y después “todos tienen que deponer sus precandidaturas para que se escoja la de la unidad”. Y mas tarde “no hay unidad debido a que Lasso no resigna”.  Muy bien, todo ello se superó. Nebot decidió no ser candidato por razones personales. Otto por algo parecido. Álvaro Noboa tampoco correrá.  Por tanto, la unidad se decantó de modo natural y solamente uno de ellos siguió en carrera.

Y siguió quien ha estado luchando por la presidencia de la república desde hace diez años. Quien ha querido subir a la presidencia por las escaleras y no por ascensor, como alguien dijo alguna vez. Siendo así, se dio también lo mas lógico: que el PSC y CREO lleguen a una plataforma electoral común.

Y digo lógico por cuanto, a diferencia de Otto y Noboa, el PSC tiene una presencia territorial muy importante, sobre todo en la costa. Y es un partido con estructuras, con autoridades seccionales electas, con bancada parlamentaria, etc. Algo que tienen muy poco o casi nada Otto y Noboa.

De ahí que la alianza resultó un parto natural, sin fórceps. Y parte de lo más sencillo: ganar las elecciones y cerrarle el paso al correísmo rencauchado que representa Andrés Aráuz, que alguna presencia tiene. Y enfrentar también a la candidatura de Pachakutik, que representa parcialmente a un sector importante pero no mayoritario del país y también a una izquierda recalcitrante ajena a los necesarios procesos de captación de inversiones y reducción del gasto público, que devienen vitales para el desarrollo del país.

Tanto Arauz como Pérez representan todo aquello que el país no necesita los próximos cuatro años.  De ahí que las voces que se han levantado pidiendo “explicaciones” a la alianza, preguntando cual es su “verdadero contenido”, cual será su “plan de gobierno”, etc., son voces destempladas. O despistadas.

En la alianza no se ve ni se lee ningún plan de gobierno, ni siquiera una plataforma legislativa. Y es que no se necesita. Lo primordial es vencer al pasado próximo. Y ubicar en Carondelet una alternativa democrática, tolerante y con experiencia administrativa. Nada más. El resto debe venir por añadidura. Las reformas legales necesarias deben ser aprobadas, como hizo CREO con la ley humanitaria. Como han hecho varios bloques legislativos neutralizando la interpelación al buen ministro de Finanzas que hoy tenemos.

Y el gobierno debe estar a cargo del presidente que el pueblo elija. Sin las tradicionales condiciones que, justo es decirlo, el PSC no ha planteado ni impuesto. De modo que no le busquemos a la alianza lo que no dice. No le busquemos pactos secretos que no existen. Leámosla como lo que es: un intento serio de formar un frente unido que impida, democráticamente, que tengan presencia electoral los causantes de la debacle nacional.  Y pidámosle también, con el mismo objetivo, a Otto Sonnenholzner y a Álvaro Noboa que apoyen esta alianza basándose en el objetivo de unidad que en algún momento propusieron. 

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