La Feria del Libro y el Covid-19

Diego Montalvo

Quito, Ecuador

“Cuando rezamos hablamos con Dios, pero cuando leemos es Dios quien habla con nosotros.”

San Agustín

¡La cultura no para! Si bien las circunstancias actuales nos obligaron a cambiar drásticamente nuestro modo de vida, los libros han sido los únicos que nos han permitido mantenernos firmes. La Feria Internacional del Libro, precisamente tiene como principal objetivo el de no separar a la sociedad de la lectura. No hay acción más loable en tiempos de pandemia. Este es el momento más adecuado para adentrarnos en un mundo nuevo. Quizá viajar a otro planeta a través de una Odisea en el espacio de la mano de Arthur C. Clarke, encontrarnos con un mago poderoso como Gandalf y sus hobbits amigos mientras recorren las vastos y peligrosos parajes de la Tierra Media  para destruir a Sauron en El Señor de los Anillos, sentir en la cara el rugido de un majestuoso león como en Narnia o mirar por la ventana a un vampiro que vuela como en el cuento de John William Polidori.

Posiblemente, para otros aventureros, lo mejor será descubrir un misterio de la mano de Hércules Poirot o de Sherlock Holmes. Podrían adentrarse a una espesa selva y hallar a Mowgli o ver a los expedicionarios que parten desde el Támesis a una aventura sin igual a lo inhóspito del Congo en El corazón de las tinieblas. Tal vez, algunos curiosos quieran descubrir el enigma detrás de los libros envenenados que trata de desentrañar el padre Guillermo de Baskerville en El nombre de la rosa o se sumerjan en el demoníaco libro embrujado de El club dumas de Arturo Pérez Reverte. ¿Ya que estamos ahí, por qué no acompañar a su espadachín Diego Alatriste en sus interminables hazañas?

Las opciones son infinitas: podemos hallar el amor, claro está (así como en Orgullo y Prejuicio) o toparnos con un monstruo desolado como en Frankenstein de Mary Shelley. Conseguimos llorar de la mano de Mick Kelly tras saber del suicidio de su amigo John Singer en El corazón es un cazador solitario o ayudar a John Grisham a resolver un caso legal, en apariencia insoluble.    

En esta Feria nos sorprenden Santiago Posteguillo y Javier Moro, dos titanes de la novela histórica. La narrativa nacional también nos tiene un espacio reservado con autores de la talla de Óscar Vela, Leonardo Valencia y Julio Pazos. El mundo necesita leer, la gestión cultural trasciende cualquier ideología y deja atrás cualquier pensamiento. Esta fiesta del libro pretende centrarse en el feminismo, el aspecto en el cual particularmente estoy en desacuerdo. La Feria del Libro no puede ser feminista, marxista, comunista ni de ningún otro pensamiento —sobre todo de izquierda— que pueda irrumpir con su eje más importante que es el de transmitir conocimiento y amor por la palabra escrita.

Más bien, la Feria del Libro debe ser crítica y no permitir que estos populismos tengan espacios que se usan como trincheras políticas para dar a conocer nefastas caras y radicalismos absurdos que incluso han puesto en el filo de la navaja al propio libro buscando su censura y hasta su destrucción. El reto, más bien, es eliminar al feminismo de las Ferias del Libro, oponiendo las ideas de la actual ministra Angélica Arias. No obstante, es importante destacar el esfuerzo tecnológico y logístico que han puesto Juana Neira y Santiago Vizcaíno para sacar adelante el evento cultural más importante del país, que con creces supera al del 2019.

La gestión cultural, así como el periodismo y la narrativa, implica mucho esfuerzo y este logro se verá muy bien reflejado en estos días. Ya lo decía Franz Kafka: “La literatura es siempre una expedición a la verdad”.

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