Lulamento

Raúl Andrade Gándara

Rochester, Estados Unidos

La victoria de Lula, apretada y disputada pero victoria al fin, configura un panorama zurdo y siniestro en casi toda America Latina. El adoctrinamiento, la demagogia y la oferta fácil han logrado horadar la mente de una mayoría descontenta e insatisfecha por el atraso de sus países, que se decanta en la carencia económica, la falta de servicios básicos, la migración y la angustia. De poco sirve enumerar y demostrar las razones y las responsabilidades del retraso, explicar los fenómenos cíclicos de la economía, las consecuencias del populismo en el mediano y largo plazo. La urgencia y la pobreza silencian todo argumento racional y lo substituyen por el realismo mágico del mentiroso de turno.

Decía Mark Twain que estar del lado de la mayoría obliga a una reflexión urgente y profunda. Muchos pensadores antes que él coinciden en la ceguera de la mayoría cuando se trata de delinear decisiones de futuro. Hay innúmeras pruebas del vertiginoso salto al vacío que conllevan los regímenes totalitarios y sus desastrosos resultados en todos los órdenes de la vida diaria.

Habrán por supuesto muchos detractores que señalen los vicios del capitalismo, la dolorosa indiferencia de la clase dominante frente a las necesidades apremiantes de los sectores más necesitados, la injusticia y desigualdad que aparece a diario en todos los países.

Pero ninguno podrá explicar porqué el mundo se desarrolló desde hace siglos bajo teorías contrarias al socialismo, porqué los intentos comunitarios han sido derrotados de una u otra manera por la fuerza, la codicia y el poderío de hombres y mujeres a cargo de imperios, y porqué los países con mayores niveles de progreso comparativo lo han logrado a través del esfuerzo individual remunerado y el beneficio colectivo resultante, respaldados por una democracia genuina, alternativa y representativa.

Los países que sucumben al socialismo pierden inmediatamente competitividad, creatividad e iniciativa individual, y luego de un doloroso proceso de auto destrucción tienen que volver por el camino de la libre empresa para intentar recuperar el tiempo perdido, con resultados cada vez más esquivos. Es simplemente cuestión de revisar la historia para documentar la innegable secuela de fracasos que se han repetido cíclicamente en esos países.

América del Sur, salvo contadas excepciones, parece haber caído bajo la utopía del siglo XXI. Un pueblo amnésico está condenado a repetir sus errores, pero sobretodo a perder valores como la honradez, la ética y la justicia, secuestrados por un grupo de pillastres que bajo el membrete de la equidad y la igualdad han saqueado, saquean y saquearán a los incautos que los eligen.

Finalmente, se trata de un simple cambio de élites bajo un reluciente engancha bobos.

La libertad, la igualdad y la fraternidad de la revolución francesa fueron rápidamente eclipsadas por las victorias militares de Bonaparte, ungido Emperador por el mismo populacho que derrocó a los Capeto. El poder absoluto de los Tzares fue heredado por Stalin con mucha más crueldad y violencia que la de sus antecesores. Y así podríamos seguir. Es fácil reconocerlos. Llegan al poder ofreciéndolo todo para el resto y nada para ellos, cambian las leyes y las reglas para facilitar sus pillerías y acto seguido salen de allí millonarios y en desbandada. Su única herramienta es lograr volver al poder para cambiar las sentencias que los inculpan por su desfachatez.

La fraseología engañosa, que los retrata como “progresistas” y salvadores ante la “ultra derecha” , les otorga el dominio de las palabras y el acceso a los crédulos, que les pavimentan el camino al poder porque creen que así restañarán sus frustraciones personales.

Desde nuestra isla equinoccial, asistiremos próximamente al discurso enternecedor de los convictos de la revolución ciudadana, desesperados por embadurnarse de la victoria de Lula para intentar lavar sus pecados, sus peculados y sus latrocinios.

Le corresponde al pueblo pensante del Ecuador utilizar como caja de resonancia la famosa frase “prohibido olvidar” para detener cualquier intento de retorno al prófugo y sus acólitos, so pena de volver por el camino de los lamentos que sin lugar a duda embargarán a Brasil como lo hacen hoy los argentinos, los mexicanos, los colombianos y los venezolanos, entrampados por líderes que pretenden eternizarse para no responder ante la justicia por sus atropellos de todo tipo. Es nuestra obligación.

El expresidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva pronuncia un discurso tras su triunfo en la segunda vuelta de las elecciones, en Sao Paulo (Brasil). El exmandatario Luiz Inácio Lula da Silva ganó este domingo la segunda vuelta de las elecciones presidenciales en Brasil con un 50,83 % frente al 49,17 % que obtuvo el actual gobernante, Jair Bolsonaro, con el 98,81 % de las urnas escrutadas. EFE/ Sebastiao Moreira

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