Los Cascos Blancos de Siria lamentan el trabajo que tienen que hacer

ARCHIVO - Esta fotografía de archivo del martes 27 de septiembre de 2016 suministrada por el grupo sirio de defensa civil conocido como Cascos Blancos, muestra a un socorrista cargando el cadáver de un niño después de los bombardeos contra el barrio de al-Shaar en Alepo, Siria. Casi 100 niños han muerto en la última semana en Alepo por los bombardeos de aviones sirios y rusos. (Defensa civil siria vía AP/Archivo)

El oficial de enlace de los Cascos Blancos de Siria, Abdelrahman Al Mawwas, lamentó hoy el trabajo que se ven obligados a hacer en su país, en el que a diario ven «a niños heridos y ensangrentados, muertos, huérfanos, y todo esto sin ningún motivo».

Al Mawwas explicó durante su intervención en la conferencia «Madrid con Siria«, organizada por la Asociación de Apoyo al Pueblo Sirio (AAPS) con Casa Árabe que su organización había salvado a 82.000 personas en estos últimos años, mientras 500.000 han desaparecido.

El portavoz de esta organización de defensa civil que rescata a víctimas de los bombardeos en Siria, puntualizó que la mayor recompensa de estos voluntarios es poder «salvar la vida de un niño».

En esta jornada, indicó que entre los 3.200 voluntarios con los que cuenta su organización en ocho provincias sirias han tenido 170 fallecimientos.

En el mismo acto, el cirujano maxilofacial Amjad Fareku, de la organización humanitaria siria Sham al Jair, denunció el empleo de armas químicas, como el sarín y mostaza, y recordó el ataque que causó la muerte de 1.500 personas en 2013.

«Todos parecían plácidamente dormidos, entre ellos niños y mujeres», explicó.

«Lo más horrible como cirujano acostumbrado a traumas horribles son las armas químicas. Inspiración de la muerte y de una estética fúnebre. Ver a cincuenta niños que parecen vivos como si estuvieran plácidamente dormidos», lamentó al referir aquel episodio letal.

El doctor recordó como lo vivieron y se sintieron «impotentes».

«No pudimos asumir el shock» hasta pasados unos días, añadió para explicar que la carencia de productos como la atropina, remedio «que vale unos céntimos de euro», impidió salvar muchas vidas.

Para este médico, haber sido testigos de «una carnicería con armas químicas», cuyos responsables no han sido identificados, «es lamentable». «1.500 personas muertas y no sabemos quién ha sido el verdugo», reprochó.

Fareku denunció la inactividad de la comunidad internacional frente a las atrocidades en Siria y admitió que él no podía ser imparcial.

Acusó al presidente de Siria, Bashar al Asad, de «apoyar al Daésh (acrónimo en árabe del grupo terrorista Estado Islámico) en Siria y en Irak».

Al Mawwas explicó que los Cascos Blancos actúan «bajo el derecho humanitario, protocolo 62 del convenio de Ginebra y evitó los pronunciamientos políticos».

«La prioridad máxima es salvar vidas de civiles», indicó al tiempo que expuso cómo tuvieron que «cambiar la estrategia» con los bombardeos.

Desde 2014 son empleados «barriles explosivos que son horrorosos, misiles antitunel, y de 500 toneladas», agregó.

«Nos obligó a cambiar nuestro método de trabajo», señaló este voluntario humanitario cuya organización recibe fondos de Países Bajos, Francia, Alemania, el Reino Unido, Japón y Estados Unidos y a través de la web y algunas organizaciones no gubernamentales.

Ambos agradecieron a los españoles la ayuda humanitaria recogida estos últimos años y anunció que mañana cargarán los contenedores preparados para hacer llegar a los sirios a través de Turquía, en colaboración con Bomberos Unidos Sin Fronteras. EFE

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