El acuerdo nuclear pende de un hilo un lustro después de su firma

El presidente de Irán, Hassan Rouhani, llega a Teherán, Irán, para dirigirse a la nación después de anunciarse un acuerdo nuclear en Viena, el martes 14 de julio de 2015. Rouhani dijo que “un nuevo capítulo” comenzó en las relaciones de su país con el mundo. Comentó que Irán nunca consideró construir una bomba, una afirmación que Estados Unidos y sus socios llevan mucho tiempo discutiendo. (Foto AP/Ebrahim Noroozi)

La firma del acuerdo nuclear supuso para Irán su salida del ostracismo internacional pero hoy, tan solo un lustro después, el pacto multilateral se encuentra al borde del colapso y las tensiones con Europa y el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) van en aumento.

Calificado de «histórico» y de «bueno para todas las partes» por la entonces jefa de la diplomacia europea, Federica Mogherini, el llamado Plan de Acción Integral Conjunto (JCPOA en sus siglas en inglés) se rubricó el 14 de julio de 2015 en Viena tras dos años de largas y duras negociaciones.

El JCPOA puso fin a una década de crisis nuclear. La imposición de límites al programa atómico persa, entre otros a los niveles de enriquecimiento de uranio, quería garantizar que Irán solo hiciera un uso pacífico de la energía nuclear.

Como destacó contundente tras la firma el entones presidente estadounidense, Barack Obama, el acuerdo «evitará que Irán consiga un arma nuclear» gracias a las inspecciones estipuladas del OIEA.

La directora de política de no proliferación de la Asociación de Control de Armas, Kelsey Davenport, defiende que «el JCPOA resolvió diplomáticamente una disputa de décadas sobre el programa nuclear de Irán y redujo significativamente el riesgo de conflicto en la región».

«La combinación de limitaciones y mecanismos de verificación bloqueó los caminos de Irán hacia las armas nucleares y garantizó una supervisión estricta del programa nuclear pacífico del país», explica a Efe Davenport.

EL PUNTO DE INFLEXIÓN

El OIEA verificó puntualmente en sus informes trimestrales el cumplimiento por parte de Irán de sus compromisos, pero esta garantía no fue suficiente para el sucesor de Obama en la Casa Blanca, Donald Trump, quien se refirió al JCPOA como «el peor acuerdo jamás alcanzado».

Después de meses de amenazas y de denunciar que Irán no cumplía con «el espíritu» del pacto, Trump anunció el 8 de mayo de 2018 la retirada unilateral de Estados Unidos del acuerdo y la reimposición de sanciones económicas al país persa.

Esta medida dejó en la cuerda floja el pacto, firmado también por Rusia, China, Francia, el Reino Unido y Alemania, ya que la contrapartida que obtuvo Irán, al limitar su programa atómico, fue el levantamiento de parte de las sanciones internacionales en su contra.

Pese a la salida de EEUU, Irán decidió continuar adherido al JCPOA. Según dijo el presidente iraní, Hasan Rohaní, querían dar tiempo para comprobar si los otros cinco firmantes eran capaces de garantizar los intereses de su país.

En opinión del analista iraní Foad Izadi, profesor de ciencias políticas en la Universidad de Teherán, «hubiera sido mejor para Irán abandonar el acuerdo tras la retirada de EEUU» pero ahora, dos años después, no recomienda una salida porque «no resolvería ningún problema».

Para la experta de la Asociación Control de Armas, con sede en Washington, la Administración de Trump «ha dejado claro que su objetivo es acabar con el JCPOA», por lo que corresponde al resto de firmantes «redoblar sus esfuerzos para proteger el acuerdo».

CAMBIO DE ESTRATEGIA

Un año le duró la paciencia a Irán. El tiempo que tardó en constatar el fracaso de la otra parte del acuerdo en contrarrestar las sanciones estadounidenses, impuestas entre otros sectores al bancario y al petrolero.

Europa sí adoptó una serie de medidas como el llamado «estatuto de bloqueo», que limita el impacto de las sanciones estadounidenses en las empresas europeas con el fin de proteger a aquellas que tenían negocios en Irán.

También se creó un canal especial de pagos llamado Instex para mantener el comercio con Irán sin violar las sanciones, pero ninguna de las dos iniciativas dio el resultado esperado.

«Los europeos no han abandonado oficialmente el acuerdo, pero lo han dejado inactivo porque no están haciendo en la práctica nada de lo que debían hacer bajo el acuerdo», se lamentó a Efe Izadi.

Hundido en una crisis económica brutal, con una moneda nacional devaluada y una inflación galopante, Irán optó en mayo de 2019, justo un año después de la retirada de EEUU, por presionar más al resto de firmantes.

Rohaní anunció que su país dejaba de cumplir con algunos de sus compromisos, que en ese momento fueron los límites al almacenamiento de uranio y agua pesada, y dio a la otra parte un plazo de 60 días para solventar las restricciones al sistema bancario iraní y a la venta de petróleo.

Al pasar esos dos meses sin novedades, Irán dio un paso más empezando a enriquecer uranio a un nivel más elevado de los permitido. Y así gradualmente hasta que en enero pasado abandonó el cumplimiento de todas las limitaciones técnicas estipuladas en el JCPOA.

Las autoridades iraníes, que siempre han defendido que la naturaleza de su programa atómico es pacífica, han seguido permitiendo no obstante las inspecciones del OIEA, aunque con algunos matices.

AUMENTO DE LA DESCONFIANZA

El director general del OIEA, Rafael Grossi, expresó el pasado junio su «seria preocupación» por la negativa de Irán a permitir el acceso a sus inspectores a dos instalaciones sospechosas en las que se localizaron trazas de materiales fisibles no declarados.

Poco después, la Junta de Gobernadores del OIEA adoptó su primera resolución contra Irán desde 2015, propuesta por Alemania, Francia y Reino Unido y rechazada por los otros firmantes del pacto (Rusia y China), lo que fue muy criticado por Teherán.

El ministro iraní de Exteriores, Mohamad Yavad Zarif, denunció «la impotencia total para resistir el acoso estadounidense» de Francia, el Reino Unido y Alemania, asegurando que esos países son «accesorios de Trump y (del primer ministro israelí, Benjamín) Netanyahu y no están en posición de aconsejar a Irán».

Las autoridades iraníes justifican su rechazo a esas inspecciones en el hecho de que la información proviene supuestamente de los servicios secretos israelíes, país al que acusan junto a EEUU de presionar al OIEA.

Con estos dos tradicionales rivales las tensiones también han escalado. Una serie de explosiones e incendios misteriosos registrados este mes en instalaciones sensibles de Irán, entre ellas la planta de enriquecimiento de uranio en Natanz, ha sido achacada por algunas voces en Teherán a ciberataques de Israel.

En cuanto a EEUU, la lucha ahora se centra en el embargo armamentístico que pesa contra Irán y que debería levantarse el próximo octubre según la resolución 2231 del Consejo de Seguridad, que validó asimismo el pacto nuclear, algo a lo que Washington se opone con firmeza.

«Extender el embargo de armas es una manera segura de hacer colapsar el acuerdo», ya que Irán ha advertido que en ese caso lo abandonará, indicó Davenport.

También se mostró pesimista Izadí, quien consideró que «Irán ha malgastado seis o siete años y no ha conseguido prácticamente nada del JCPOA»: «Cuando un país no está en una buena situación es posible que cambie su política», advirtió. EFE

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