La importancia del debate

Diego Montalvo

Quito, Ecuador

¿Quién no recuerda, en la historia de la política nacional, ese gran encuentro que se dio entre León Febres-Cordero y Rodrigo Borja Cevallos en 1984? En ese entonces, el moderador fue el periodista Alejandro Carrión. Entre los varios puntos, el Ingeniero Febres-Cordero acusó a Borja de querer “estatizar la banca privada” mientras Borja preguntaba, de manera muy firme, a su contrincante las medidas que adoptará en el campo de leyes laborales por dejarlas como “la última rueda del coche”.

Era evidente que Febres-Cordero no compartió los idealismos del socialismo libertario (o socialismo democrático, como lo llamó Borja, que se alinea más a la izquierda que la socialdemocracia) pero el debate permaneció siempre a la altura. No obstante, cuando la contraposición de ideas llegó a su punto más álgido, Febres-Cordero dijo una de sus más célebres frases: “¡Míreme a los ojos, doctor Borja!… Usted está rodeado de conspicuos comunistas”. El punto clave es que mientras Borja, en ocasiones bajaba la mirada, Febres-Cordero fumaba apaciblemente su cigarrillo porque sabía que tenía la Presidencia de la República ganada por haber “humillado” a su contraparte.

A pesar del “tono fuerte” del debate como varias veces precisó el Licenciado Carrión, era importante notar a un socialcristiano preocupado por el credo católico y en pro del libre mercado y a un socialista democrático —fundador de la Izquierda Democrática— tratando de explicar medidas más populares y equilibrando el tema comercial y social. Mientras Febres-Cordero sacaba sus dotes de empresario, Borja se escudaba en sus grandes investigaciones académicas y su currículum muy apegado a la cultura.

Es importante traer este asunto al ojo público, sobre todo, porque en la actualidad los debates son mucho más inferiores que en esos años donde políticos iban de traje y corbata y sus argumentos eran sólidos. Ahora pasamos de personajes como Rodrigo Borja, León Febres-Cordero y Sixto Durán Ballén a Andrés Arauz, Isidro Romero, Xavier Hervas y Yaku Pérez… todos ellos candidatos Tik-Tok que tocan el saxo, se caen de la motocicleta, se ponen sólo calzoncillos, se visten de mujeres y cantan a viva voz cualquier canción popular o pretenden sacar oro de los celulares haciendo “minería inversa”. ¿Cuándo fue que caímos tan bajo?  De: “¡Míreme a los ojos, doctor Borja!…”, estamos en: “Voy a debatir con estos cuatro cojudos”.

En un debate presidencial, además, es de vital importancia conocer el equipo de trabajo de cada candidato para saber de antemano quienes se posicionarán en las distintas dignidades del Estado en señal de honestidad y transparencia y evitar improvisaciones en pleno mandato. No es de sorprender la cobardía de los correístas y que su marioneta, Arauz, haya rehusado a debatir. Claro, si empezamos con frases como “Hay que recuperar el futuro” es que vamos mal porque pretenden recuperar algo que todavía no poseen. ¡Con razón Arauz quiere jugar al minero con el oro de los teléfonos móviles!

Salud, educación, cultura, empleo y economía son los ejes fundamentales. Es una lástima que la “lucha contra la corrupción” sea parte de la palestra política porque teóricamente la corrupción debería ser ajena a la actividad política. Es peor aún, porque estas propuestas también se ven ventiladas por personas leguleyas que pretenden llegar al Congreso Nacional y, en otro punto, son temas populistas y cargados de imposibles.

Los debates, por otro lado, reflejan cuan divididos estamos como sociedad. La ecuatoriana, después de catorce años de Alianza País, está más fraccionada que nunca. Las papeletas están cargadas de nombres que particularmente considero que debieron haber desertado por ser viles oportunistas (me refiero a Juan Fernando Velasco, César Montúfar y Lucio Gutiérrez, que comparten la minoría en votos ya que hasta ahora no entienden que no les quieren ni en su casa, con esto no quiero decir que Andrés Arauz, Isidro Romero, Xavier Hervas y Yaku Pérez sean la “octava maravilla”).

 Es hora, como ecuatorianos, de exigir un mayor nivel a nuestros políticos… sino el abismo, que nos espera en un futuro, será enorme.             

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