Opinión

La noche de Megan

Antonio Villarruel
Quito, Ecuador

Me imagino que, cuando crezca y se haga niña y luego una señorita y finalmente una mujer en pleno derecho, la bebé Megan tendrá suficiente tiempo para evaluar la huella que este gobierno ha dejado en el país y acaso en su propia trayectoria vital. Megan no lo sabe ahora, pero el régimen ha resuelto hacer coincidir la fecha de su nacimiento con la fecha simbólica del nacimiento de la democracia. Vaya responsabilidad. Vaya paralelismo. La criatura, ahora reproducida infinitamente en cuñas de radio, gigantescas vallas al borde de las calles y carreteras, en tiernos y apastelados anuncios de televisión que se repiten decenas de veces cada hora es, pues, una suerte de encarnación de la pureza de un frágil sistema que, según sus insignes fundadores, acaba de ser traído al mundo para ser disfrutado por las generaciones bebés y las que aún esperan por ver el sol.

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