El santo y el milagro
Vicente Albornoz
Quito, Ecuador
El santo que nos concedió el «milagro ecuatoriano» es el precio del petróleo.
Vicente Albornoz
Quito, Ecuador
El santo que nos concedió el «milagro ecuatoriano» es el precio del petróleo.
Nicholas Gachet
Quito, Ecuador
Hace poco tiempo tuve la oportunidad de conversar con personas de varios países, una de esas conversaciones realmente me llamó la atención con una persona de, llamémoslo, un país desarrollado. A continuación resumiré, en esencia, ese diálogo:
Alberto Molina
Quito, Ecuador
El proyecto de Ley reformatoria a la Ley de Personal de las FF.AA., enviado a la Asamblea por el Presidente Correa, dispone que se derogue el Art. 45 de la Ley de Personal de las FF.AA., el cual se relaciona con los cargos de edecanes del Presidente de la República, del Vicepresidente, de los Presidentes de la Función Legislativa y de la Corte Suprema de Justicia.
Juan Jacobo Velasco
Mánchester, Reino Unido
No hace falta decirlo pero, en esta época pascual, “es justo y necesario” hacerlo: García Márquez fue un gran escritor. Uno cuya presencia e influencia es indiscutible y perdurará, más allá de los homenajes y frases evocatorias –genuinas o protocolares- que se acumulan innumerables a la velocidad del clic. […]
Héctor Abad Faciolince
Bogotá, Colombia
Si un hombre se muere cuando deja de latirle el corazón, Gabriel García Márquez acaba de morir; si un escritor se muere cuando deja de escribir, García Márquez murió a finales del año 2006, cuando invitó a comer al grupo más íntimo de sus amigos para contarles que no pensaba escribir ni una palabra más. Si una persona deja de ser cuando su mente y su conciencia lo abandonan, podemos decir que el alma de García Márquez venía escapándose de su cuerpo desde hace algunos años, poco a poco, como si hubiera querido despedirse de la vida con disimulo, sin que nos diéramos cuenta de que se iba yendo. Pero si un escritor se muere cuando ya no es leído, podemos decir que Gabriel García Márquez seguirá vivo mucho tiempo, y morirá del todo solamente cuando no haya nadie sobre la tierra que sepa leer. […]
Maricruz González C.
Quito, Ecuador
Pocas veces la prensa mundial dedica sus portadas y decenas de artículos a la muerte de un escritor. Creo que solo podría competir con Mandela, pero dudo que con otro literato que haya muerto hasta la fecha. Los artículos, reseñas, mini biografías y comentarios a todos estos son innumerables. Entre los que pude revisar, solo encontré a una mujer desubicada que, aparentemente por su odio a Chávez, pareció endilgarle a GGM su desdicha. El resto no ha sido sino admiración y zozobra ante la desaparición de uno de los escritores más famosos de épocas contemporáneas. […]
Jorge Ortiz
Quito, Ecuador
Era, es cierto, contradictorio y excesivo: en sus libros y en sus artículos, incluso en sus discursos, brotaban a raudales, sin tregua, sus lejanías y reproches al poder total. Para él, la historia de América Latina no era sino el vagar interminable de un continente entre los enconos feroces y las ambiciones sin fin de sus caudillos. “El Otoño del Patriarca” es, tal vez, la novela final sobre el poder absoluto. Y, sin embargo, no dejó nunca de ser cortesano del último dictador latinoamericano. […]
Carlos Alberto Montaner
Miami, Estados Unidos
Tal vez no exagero si digo que ha muerto el mayor escritor en lengua española que dio el siglo XX. Decir eso en la época de Jorge Luis Borges y Mario Vargas Llosa es muy arriesgado y subjetivo, pero me atrevo a afirmarlo. ¿Por qué? Acaso porque la novela que más he disfrutado de cuantas he leído en mi vida ha sido El amor en los tiempos del cólera. Me parece más lograda, incluso, que la justamente reverenciada Cien años de soledad que atrajo sobre Gabriel García Márquez la admiración universal y acabó por ganarle el Nobel en 1982.
Miguel Molina Díaz
Barcelona, España
No hace mucho, cuando llegué a Barcelona, y comencé a recorrer las librerías, me decía que tal vez, décadas atrás, Gabriel García Márquez hacía ese mismo recorrido y que la probabilidad de encontrar un libro de ocasión que alguna vez fue revisado o simplemente tocado por él, no era tan absurda
Marlon Puertas
Guayaquil, Ecuador
La primera vez que traicioné a mi padre lo hice inconscientemente y, muy probablemente, por su propia culpa. Él me había escrito una dedicatoria en un ejemplar de su libro de poemas “De un tiempo a esta parte”, que más sonaba a una orden que la sangre obligaba a cumplir: quería que ese sea el primer libro que lea en mi vida. Era 1977 y yo tenía tres años, así que para ese momento, decidí ocuparme a otros menesteres, y dejé la literatura para otro rato.
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