Por Gustavo Domínguez
Quito, Ecuador
El debate noble, respetuoso, altivo e inteligente de ideas, parece haber sido desechado de la estructura cultural de nuestro espíritu nacional, de nuestra esencia como ecuatorianos. El esfuerzo por matar el consenso, demonizar todo lo bueno, sobredimensionar los errores e irrespetar los más elementales principios de humanidad y compasión, se han apoderado de las manifestaciones escritas y mediáticas de vastos sectores de opinión, políticos, religiosos y grupos sociales, que definitivamente desaprovechan el espíritu de libertad de expresión del que gozamos, para convertirlo literalmente en un libertinaje de exposición de demonios internos.
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