Top 10 de la literatura ecuatoriana del 2016, según La República EC

Alejandro Querejeta, escritor cubano ecuatoriano. Foto de la Municipalidad de Ambato.

Quito.- El 2016 ha sido un año de desgracias de tal magnitud como el terremoto de Abril y de dificultades tan grandes como la recesión de la economía, el desempleo y el cierre de negocios. Sin embargo, ha sido un año diáfano para la literatura ecuatoriana por el número y nivel de publicaciones.

Siguiendo la tradición de los últimos años, la redacción de La República EC publica la lista de los libros que recomienda a sus lectores, por su calidad e impacto, para promover el oficio de leer. En esta ocasión, la selección de obras se circunscribe únicamente al ámbito de la literatura ecuatoriana y sus géneros.

Toda lista es excluyente y totalitaria, en ese sentido, debemos aclarar que la nuestra es sólo referencial y no excluye la posibilidad de hayamos olvidado, por ignorancia o descuido, la mención de alguna obra que merezca su difusión y reconocimiento.

Este es nuestro Top 10 de libros de literatura ecuatoriana del 2016:

1.- Anhelo que esto no sea París (Seix Barral, 2016), de Alejandro Querejeta. Tanto el autor de este libro, como su personaje, vivieron el exilio, la persecución política y la efervescencia del poder de la palabra. ‘Anhelo que esto no sea París’ (Seix Barral, 2016) es la más reciente novela de Querejeta y en ella habla sobre una de sus obsesiones: Juan Montalvo. Sus vínculos con Montalvo son realmente inmensos y comenzaron cuando muy joven lo leyó en su Cuba natal. Montalvo es un personaje que lo ha acompañado toda la vida, en la ilusión por la revolución, en la desilusión, en la persecución política y el ostracismo, y en el exilio. En Montalvo, Querejeta ha encontrado algo mucho más que un personaje político e incluso filosófico, ha encontrado un camino espiritual.

2.- Saber lo que es olvido (Seix Barral, 2016), de Carlos Arcos Cabrera. El autor trae de vuelta a María Clara Pereira, la estudiante de literatura de la Universidad de Columnia que en el pasado conoció a Andrés Chiliquinga, para llevarnos a una profunda reflexión sobre la memoria de la violencia, las heridas de la Guerra Civil Española y el horror de la dictadura de Augusto Pinochet. A partir de la relación amorosa entre María Clara Pereira y la pintora Ximena Acuña, Arcos Cabrera hace una profunda indagación en la memoria familiar de los seres humanos, que es inevitablemente una memoria histórica impregnada por esos inmensos acontecimientos políticos que nos desbordan. Pero también es una novela que medita sobre el alma femenina y su capacidad de procesar los hechos y generar una particular visión del mundo.

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3.- Nefando (Candaya, 2016), de Mónica Ojeda. ‘Nefando’ es una novela coral basada en la investigación sobre un videojuego que incluye un despliegue gráfico de vídeos de pederastia. Tres hermanos, los Terán, son los responsables directos de que dicho videojuego —llamado ‘Nefando’— se colgara en la ‘deep web’, y varios de sus colaboradores y amigos son entrevistados al objeto de descubrir cómo se les ocurrió la demencial idea de jugar con imágenes escalofriantes. No es la primera vez que Ojeda nos demuestra su dominio del castellano, en esta ocasión, para presentarnos una historia que logra convertir lo sórdido en una genial propuesta estética de la literatura nacional.

4.- Historias del mundo (Debate, 2016), de Jorge Ortiz. Un libro que empieza con un fascinante relato prehistórico en el que, con un bello estilo novelesco, se explica el proceso de un millón y medio de años de evolución que tuvo como resultado al hombre moderno. Con estos relatos, Ortiz da rienda suelta a su pasión más auténtica: la Historia. Así como cuenta la paradójica historia de la guillotina, durante el éxtasis de la Revolución Francesa, Ortiz reflexiona sobre todo lo que significó en el mundo la caída del Telón de Acero: el abominable muro de Berlín. Son varios los relatos que se refieren a este particular y que ahondan en la magnitud de ese evento histórico, con varias historias que resultaron dolorosamente marcadas por la violencia del socialismo soviético. Ortiz es uno de los mayores conocedores de la crisis en Medio Oriente. En su libro logra retratar el conflicto de hoy, en Siria y a las luces del horror del Estado Islámico, poniéndolo en la perspectiva histórica adecuada para entender sus matices y, fundamentalmente, sus causas.

5.- El sabio ignorado (Grijalbo Narrativa, 2016), de Francisco Febres Cordero. Un libro que cuestiona la capacidad de olvido y que recrea la vida de un fascinante personaje de la historia nacional, Jacinto Jijón y Caamaño. El Pájaro Febres Cordero se decanta por la novela histórica para reconstruir a un hombre que fue millonario, noble, historiador, investigador, arqueólogo, lingüista, sociólogo, ideólogo conservador y escritor, así como candidato a la presidencia de la República y el primer alcalde de Quito elegido por votación popular. Con este libro, volvemos a los salones y pasillos del castillo La Ciscasiana, la lucha entre conservadores y liberales, el exilio y sobre todo la cultura.

6.- Hoteles del silencio (Pre-Textos, 2016), de Javier Vásconez. En esta ocasión, el autor de ‘El viajero de Praga’ nos trae una novela que tiene que ver con los celos y el transitar de una mujer embarazado a lo largo de dos ciudades y de dos hombres. Un libro editado por la prestigiosa ibérica Pre-textos, que se suma a la potente obra de Vásconez y que lo lleva al otro lado del océano. “Continuando la línea espeluznante empezada en ‘La Piel del Miedo’, con diestro estilo y desde la perspectiva de un narrador potente, Vásconez vuelve a impresionarnos con una novela que renueva la narrativa ecuatoriana”, ha declarado Kevin Wright sobre esta obra.

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7.- Música para nadie (Dinediciones, 2016), de Vladimiro Rivas. El cuento que da el nombre al libro tiene  como protagonista a un excepcional músico, Gerardo, que compone todo tipo de obras que nadie interpreta ni escucha. Un símil de la literatura ecuatoriana. Drama íntimo el de Gerardo, derrota asumida en silencio, pero que no ha mermado su capacidad creativa. En eso irrumpe la pasión por Elsa, una joven discípula del Conservatorio que admira e interpreta su música. Es la pasión de un hombre en el otoño de su vida, al que además le ronda la permanente amenaza de un ataque de lo que se conoció como el gran mal, la epilepsia. Gerardo emprende la creación de una ópera en que el personaje principal el Ligia-Elsa. No es así para Elsa: el amor es pérdida de libertad. Así inicia este libro, en cuyo prólogo Rivas nos ha advertido: «Después de una vida dedicada a la narrativa y al ensayo, uno tiene que resignarse a lo que se ha escrito… Espero que el lector no tenga que leerlos con resignación.»

8.- La curiosa muerte de María del Río (Alfaguara, 2016), de Juan Pablo Castro Rodas. Una novela policiaca de genial elaboración, en donde el autor explora regiones inéditas de su prosa y de su estilo. La novela se desarrolla en Cuenca, Guayaquil y Quito, quizá no las ciudades ecuatorianas, sino las que Castro Rodas ha creado para que en ellas habiten sus personajes. La prosa de este escritor da, a estos espacios, un aire misterioso, pero también la diáfana certidumbre de que son territorios universales, repletos de historias y de memoria. Otro mérito de la novela, sin duda, es la posibilidad de darle a la literatura la importancia que merece. Castro Rodas nos cuenta la historia sobre un crimen, mientras el teniente Veintimilla lo investiga, que tiene que ver con un profesor de literatura, con aulas universitarias y poetas lumpen.

9.- Las niñas (Seix Barral, 2016), de Adolfo Macías. Una novela que en realidad son cinco historias con un solo pero poderoso hilo conductor: el mundo femenino. Son historias electrizantes en el sentido de que atrapan al lector desde un primer instante y lo llevan a viajar por el universo libre y deshinibido de la prosa de Macías Huerta. El estilo de este escritor, ya en este libro, alcanza un nivel muy alto, caracterizado fundamentalmente por su forma simple y natural de alcanzar la belleza del lenguaje.

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10.- Un marciano en la oreja (Anaya, 2016), de Isabel Jijón. Se trata de un libro que ganó en España el Primer Premio en el XXXIV Concurso de Narrativa Infantil Vila d’Ibi y que ha sido publicada por la prestigiosa editorial Anaya. En realidad, es un libro muy autobiográfico, en el que Jijón hace un homenaje a su hermano Francisco (Pancho) y reflexiona sobre el crecimiento de los niños. Conmovedora y brillante, la prosa de Isabel Jijón nos lleva a lo más intimo de nuestra memoria para desentrañar la sensibilidad de la niñez, los juegos que nos hacían felices y la aparición de aquello que a lo largo de los años define decisivamente la vida del ser humano: la capacidad de amar.

Bonus: Los nombres ocultos (Rayuela, 2016), de Diego Araujo Sánchez. Un viaje a la época remota del primer velasquismo o protovelasquismo, es decir, a la fría y lluviosa mañana del 27 de febrero de 1935, cuando el chofer de la presidencia de la República, Antonio Leiva, falleció de forma misteriosa mientras conducía al amanecer el auto del Ministerio de Hacienda, en un tramo de la carretera a Ambato, probablemente con el objetivo de recoger a la amiga con derechos del primer mandatario.

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Bonus poético: La República EC considera a la poesía como el género primario y más fascinante de la literatura, por eso, hacemos una recomendación especial de los poemarios ‘Revólver escorpión’ de Juan Romero Vinueza y ‘Ceniza’ de Danny Torres Estrella, obras de muy alta calidad literaria que nos ofrecen una idea de la voz poderosa y genuina de la poesía ecuatoriana. (I)

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