Todos contra uno

Hernán Pérez Loose

Guayaquil, Ecuador

En un acto de equilibrismo, el Gobierno ha presentado su primer proyecto económico urgente a la Asamblea Nacional. En grandes rasgos, el proyecto busca, por un lado, permitirles a los empresarios un régimen alterno de relaciones laborales, régimen que, a su vez, beneficiará a millones de desocupados, especialmente jóvenes; pero, por el otro lado, busca también exigirles a esos mismos empresarios una mayor contribución tributaria.

Complicado juego en una sociedad nada propensa a transitar por el difícil camino del medio del que nos habla Aristóteles. En una sociedad en la que cada uno se aferra a solo ver su árbol, y no el bosque, y en la que se privilegia el dogmatismo sobre el diálogo, sus élites difícilmente aceptan ceder en algo si no reciben todo a cambio.

Los unos fustigarán la parte que no calza con sus intereses, e ignorarán la otra cara de la medalla que les beneficia. Y con ello el resultado será el esperado, el bloqueo de la iniciativa presidencial, hecho el cual cada uno seguirá atrincherado en su nicho proclamándose triunfador, sin importarle un comino el país.

Así que preparémonos para ver cómo los nuevos jinetes del Apocalipsis, con bate en mano se unen en un solapado abrazo con el único afán de bloquear al Ejecutivo en su propósito de sacar al Ecuador al menos unos cuantos centímetros del profundo pozo de varios metros en el que lo ha dejado hundido una masa de irresponsables y asaltantes.

Regresarán los cocodrilos a llorar. Ya los veremos. Llorarán por nosotros quienes se robaron 70.000 millones de dólares durante más de una década, llorarán por nosotros quienes deben responder a la Contraloría por glosas que han tratado de mantener ocultas; llorarán por nosotros los que han levantado fortunas y viven como faraones sin poder justificarlo; llorarán por nosotros los que se quedaron sin poder manejar al presidente como si fuese una simple marioneta; llorarán por nosotros los que incendiaron a nuestra capital, aterrorizaron a sus habitantes, cortaron el agua a Ambato, provocando pérdida de miles de millones de dólares, gente que ahora tiene la desfachatez de pedir amnistía; llorarán por nosotros los defensores del narcotráfico y de los abusadores del diésel subsidiado; llorarán por nosotros empresarios que, a diferencia de hombres como Juan José Vilaseca, han levantado sus fortunas cobijados bajo el paraguas del Estado y los bolsillos de la corrupción; llorarán por nosotros quienes calificaron como simple falta leve el llamado a los compañeritos de que roben, pero que roben bien o que usa dineros públicos para darse tratamiento en un spa.

Todos estos derramarán lágrimas de cocodrilo. Todos ellos buscarán que el país siga repartido en decenas de parcelas, que es lo único que han hecho durante su vida. A todos ellos lo único que les mueve es el fracaso del nuevo Gobierno. No nos engañemos.

Difícil es entonces el desafío que tenemos los ecuatorianos por delante. La falange que está por entrar en acción se presenta como un bloque sólido, desde la izquierda hasta la derecha, pasando por el populismo y las mafias corruptas. Cuentan a su favor con un aparato judicial pestilente en su mayoría y con algunos importantes enclaves en el aparato estatal. Lo que les falta, obviamente, es un gramo de honestidad, así como un mínimo sentido de historia. (O)

  • El texto de Hernán Pérez ha sido publicado originalmente en el sitio de El Universo.
El presidente Rafael Correa y el alcalde de Guayaquil, Jaime Nebot, se encuentran en la inauguración del nuevo edificio de la Contraloría en Guayaquil, el 8 de octubre de 2015. API

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